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Ricardo Fernández: “La paternidad es hermosa, pero dura también”

Dentro de una semana celebrará los 2 años de Luisa, la niña que “sorpresiva y hermosamente” lo convirtió en papá, mucho antes de lo que imaginaba. Su llegada no sólo transformó radicalmente su vida; también lo conectó profundamente con el universo femenino de una manera que, hasta entonces, desconocía.

 

Por Jessica Celis Aburto. Fotografías: Gonzalo Muñoz.

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Para el actor Ricardo Fernández (34) la idea de ser papá nunca fue una necesidad ni deseo inmediato. Sin embargo, el nacimiento de su hija Luisa hace casi 2 años (10 de julio del 2011), no sólo fue una sorpresa perfecta y alucinante. También fue la apertura hacia un mundo femenino profundo y arrollador.

«Recuerdo perfectamente el momento en que la Ángela (Prieto, su pareja), me lo dijo. Sorpresivamente, cuando supe que sería papá, fue un momento de gran alegría. Digo sorpresivamente porque la idea de ser papá nunca fue maravillosa para mí, pero la concreción de ella fue hermosa. Todo lo que se inaugura cuando nace un hijo es nuevo. Fue un impacto muy grato y feliz. Llegó Luisa y todo cambió radicalmente, y creo que la forma en que se dio fue la mejor manera para que sucediera. Ya había nacido y no le teníamos nombre. Estábamos en la clínica cuando al salir a tomar un café reparé que en la maternidad todas las puertas tenían el nombre de los recién nacidos. Me dio tanta pena ver la puerta de nosotros sin nada que le dije a Ángela que no era posible tenerla sin nombre. Imagínate llegar a la casa y ella como NN (risas). Y ahí dije ‘ya, se llama Luisa’. Estábamos entre ese y Adela. Lo elegimos por nada en especial, desvinculado de cualquier persona.

Con la paternidad uno se enfrenta a una serie de cosas que no maneja y a un territorio muy dominado por las mujeres. No lo digo de forma machista, sino por mis circunstancias. El último tiempo he visto muy poco a mi hija por las grabaciones de la teleserie, y porque acabo de estrenar en teatro «El jardín de los cerezos», obra que estuve 3 meses ensayando. Han pasado días en que sólo la he visto durmiendo, entonces me voy perdiendo cosas del proceso que son muy importantes, que tienen que ver básicamente con asuntos prácticos del día a día, lo que genera, al revés, un gran apego con su mamá. No me angustia eso en todo caso, pienso que es natural que así sea. En las noches, por ejemplo, el mejor auxilio que puede tener Luisa es su mamá y no yo, y cuando me ha tocado hacerlo ha sido duro, porque tengo que explicarle que su mamá no está, que ya va a venir. Pero ella insiste en que la quiere igual y todo resulta un desastre (risas). Uno se resta entonces de ciertas cosas, y así nace lo de los roles compartidos, porque evidentemente hay cosas que me acomodan más que otras, y a la otra persona le pasa lo mismo».

Pero, para tu fortuna, las mujeres somos «paponas»…
(Risas) Ah sí, en una etapa posterior. Un amigo me decía eso, que después de los 3 años no me iba a soltar, y eso espero. Lo malo es que uno queda afuera del lado «sucio» de la crianza, literalmente. Al mismo tiempo, te das cuenta que los niños necesitan mucha atención y ves que hay ciertas libertades que se ven limitadas, y eso cuesta entenderlo. Ahora estoy trabajando de lunes a domingo, por lo que me tengo que organizar muy bien para poder ver a Luisa.

O sea, lo que te quedaba de tiempo libre, ahora está invertido en tu hija.
Claro…, eso es lo que se ha visto un poco limitado (risas), pero es lo que uno hace cuando tienes hijos.

¿Qué es lo que más has resentido del tiempo para ti?
El tiempo dedicado a la lectura; con suerte puedo estudiar mis escenas para la teleserie. Además que Luisa se ha apoderado de todo el departamento; ahora vamos a hacer alguna modificación para que podamos tener espacios de soledad.

¿Cuáles han sido los principales cambios que has vivido desde la llegada de Luisa?
Hace un año decía que ser papá es un fenómeno en el que cuesta caer en cuenta, y hasta el día de hoy me pasa. Ver cómo crece tu hija, cómo cambian las conversaciones, me parece hermoso. Es hermoso entender que tu hija será un adulto y que todos los días está ahí. En la mujer la idea de ser mamá se totaliza desde que quedan embarazadas; uno recién lo asume cuando tu hijo nace, y no es porque seamos imbéciles o irresponsables, sino que no estamos diseñados para eso.

Tener una hija te abrió una puerta especial hacia el mundo femenino. ¿Cómo había sido tu acercamiento a él, antes de la llegada de Luisa?
(Piensa) La verdad es que soy malo para tener amigas, no porque no me resulte, sino porque generalmente vinculo una amistad con una potencial relación de amor.

O sea, no crees en la amistad hombre-mujer.
No, sí creo, pero siempre en algún punto las cosas se mezclan. Creo que siempre hay un límite que no puede ser vulnerado, porque si no deja de ser amistad. Lo mismo pasa con los amigos hombres, porque uno es amigo en la medida que se encanta con el otro, es algo mutuo. Creo en la amistad hombre-mujer, pero puede existir en la medida que haya un «marco legal» que la proteja, y ese marco legal es aquel que distingue los sentimientos de amistad de los apegos eróticos (risas).

Te ha pasado…
Sí, creo que algunas relaciones que he tenido han partido de grandes amistades.

¿Con Ángela igual?
No, fue distinto. Más fulminante (risas).

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