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Jean Philippe Cretton, a corazón abierto: “Estoy listo para ser amado”

Es un tipo sencillo, transparente, gozador, cariñoso. Ama vivir en Ñuñoa. Siente que es lo más cercano a la vida de pueblo, esa que es amable y apacible, de ir al almacén de la esquina, de barrio. vive su departamento como una guarida muy parecida a su corazón: entran muy pocos. En sus paredes, pinta. Y en sus habitaciones, crea música y también espera a que aparezca LA indicada. Esa que lo haga dejar de identificarse con un lobo solitario, y lo acompañe en su propia danza.

 

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Por Angélica Salas. Fotografías: Marco Leal.

Se abre la puerta y me atacan dos ojos amenazantes. No son los de Jean Philippe, son los del Pillán, deidad mapuche que él pintó en la pared que da a la entrada. Más abajo, al centro, un duende; más abajo, mujeres desnudas. Al lado de ellas, lobos. Resulta que además de ser músico, pinta. Y nada de mal.

«Me siento muy identificado con los lobos. Con esa distancia, con el gusto por el silencio, por la noche… Y con la esperanza de que alguien consiga romper la soledad que lo acompaña… Si al final los lobos también se dejan querer», confiesa.

Del lado Cretton, suizo, le quedó lo disciplinado y puntual. De la parte Vásquez, lo cariñoso y lo bueno para juntarse a comer y compartir.

Es de pocos pero fieles amigos. Cuatro son los que conforman su círculo de hierro y club de Tobi. «Estamos todos en las mismas: somos jóvenes, solteros, armándonos en todo sentido. Soy de abrazarlos y de decirles cuánto los quiero. No tengo rollos con eso».

NO CULPES A LA NOCHE

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Cuando nos encontramos en su departamento, él venía llegando hace poco de correr. Desde luego que la primera impresión que tuve fue la de un tipo que se cuida, más aún trabajando en un programa («Mentiras Verdaderas», La Red) que va en horario nocturno… Pero ni tanto; Cretton fuma, y se reconoce bohemio. «Corro pa’ bajar la guata –me dice–. Soy de contextura delgada, pero me sale esa guata como de copete, y hay que bajarla. Me empiezan a quedar las camisas incómodas, y ahí corro. Tengo claro que los hombres corren un poco y se les ajusta el cuerpo… Claro que eso es en los sub 30… Por lo que mis amigos me han contado, ya después cambia la cosa, y a los 28 estoy jugando los descuentos. En todo caso hace tiempo definí que no voy a ser un tipo musculoso (ríe)».

Pero me imagino que cuando estabas en «Calle 7» (TVN), donde quiera que mirases había músculos, y eso te hacía pensar que tal vez tú también deberías tener….

Sí poh’. Es que cuando salí de Cuarto Medio era demasiado flaco: pesaba 58 kilos. Pero como toda mi inquietud corporal era para verme bien para la chiquilla espectadora, y también para la hora de los qui’ubo…, se me pasó esa idea por la cabeza. Afortunadamente me di cuenta que hay una edad en que a las mujeres ya no les interesa (ríe).

Ahora que te toca trabajar hasta la madrugada, ¿qué es lo que más disfrutas de la noche?

Me gusta porque es silenciosa. No me gusta el ruido. Me gusta caminar de noche. La última vez que lo hice fue el día que llovió. Llegué a la 1 de la mañana, y después de la pega me fui a caminar. Soy muy auditivo y disfruto hasta del sonido del quiebre de las hojas… En la noche me siento blindado, protegido. Desde niño nunca tuve ningún rollo con la oscuridad, es más, me agrada el concepto de rincón.

¿Y qué haces con tu día?

Leo en la mañana los diarios. De todo, menos deportes. No me llama la atención. Trato de aprovechar el día al máximo. Me gusta crear: ensayar música, generar proyectos. Y últimamente quiero arreglar más sectores de mi departamento.

Seguro que cuando su mamá, la señora Anita, lea lo que viene a continuación, se preocupará…: «Prácticamente no como. Me alimento mal. No me pido a domicilio tampoco. Y eso que a mí la comida casera me encanta: la cazuela, la carboná’, el pastel de choclo… Ya más tipo siete, ocho, me voy al canal, y ahí leo más. Tengo una conversación con los jefazos y hacemos el programa. De ahí para la casa…, a comenzar la segunda parte de la noche, que es juntarse con mis amigos. A varios los he empezado a convencer que la una de la madrugada no es taaan taaarde…».

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