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Laurence Golborne: “Las personas me importan y su dolor no me es indiferente”

Convengamos que tiene un nombre que haría pensar a cualquiera que proviene de la alta alcurnia de alguna parte. Y resulta que es un muy buen ejemplo de un hombre que se ha hecho a sí mismo a pulso, con estudios en colegios emblemáticos y en universidad con crédito fiscal de por medio. Y así llegó a ser un alto ejecutivo y luego Ministro. Hoy se presenta como precandidato presidencial haciendo con sus dedos una “G”, y con su slogan “Es posible”, apela a que quien tenga la Garra, la Generosidad, puede intentar algo Grande, pasar de Gerente a Gobernante, a lo Golborne.

 

Por Angélica Salas. Fotografías: Sergio Gajardo.

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Da un gran abrazo a modo de saludo. Así que automáticamente paso a tutearlo. Tiene a su alrededor toda la logística que implica la carrera en la que está involucrado: un gran team encabezado por su Jefa de Comunicaciones, seguido de cerca por una competente periodista y un enfocado productor, todos preocupados de cada detalle… y aún así, su forma de relacionarse tiene ese cálido y familiar sabor a sobremesa de domingo.

Siendo así, claro que queremos saber de sus promesas, pero antes, partimos por él…

LO QUE SE HEREDA NO SE HURTA

Se ríe al pensar que lo único que podría reconocer como parte del ADN de ser un descendiente de inglés es que le gusta el té. Claro que las cosas vitales de sus padres las identifica y atesora sin dudas.

¿Qué te heredaron tus padres?

Mi padre me heredó la cercanía con la gente. Era un hombre muy cordial, muy amigo de sus amigos, y muy transversal en su trato, porque era amigo tanto del jardinero como del dueño de fundo que le compraban en su ferretería. Tenía esa capacidad de conversar con el carpintero más humilde o con el más grande empresario del campo.

Él fue muy afable y encajaba bien. Yo también siento que tengo esa facilidad para conversar con distintos tipos de personas.

Y de mi mamá, el sentido de la responsabilidad. Ella era muy exigente, una mujer de mucho carácter, que a lo que más aspiraba (de hecho, muchas veces nos lo decía) era tener hijos educaditos, buenas personas, respetuosas, de valores, de buen comportamiento cívico. Esas cosas le importaban mucho: Ir en la micro y no pararme para darle el asiento a una persona mayor o a una mujer, ¡era impensable! ¡Me llegaba coscacho seguro y tirón de patillas!

¿Fuiste un niño regalón o independiente?

Yo soy el menor de 6 hermanos y fui el más regalón y el más libre, en distintas etapas de mi infancia. La muerte de uno de mis hermanos marcó un hito muy fuerte en mi familia. Él tenía 21 años cuando falleció atropellado en la intersección de Condell con Providencia. Estaba en tercer año de Medicina y era los ojos de mi madre: su primer hijo profesional, un hijo doctor. Mi mamá fue golpeada tan duramente por esa pérdida. Desde ese día, yo, a mis 11 años, quedé un poco más libre, pero también un poco más solo.

¿Cómo te han marcado las mujeres de tu vida?

Parto por mi mamá. Ella trabajaba en una época en que muchas se quedaban en casa, más aún si había que cuidar a 6 niños. Lo que pasa es que ella desde que salió de su casa trabajó, de hecho, se conoció con mi padre cuando estaba de cajera en una ferretería. Ya cuando estaban juntos, ella partió poniendo un kiosco en el patio de la casa, en la población Juan Antonio Ríos. Después, se fueron a Linares y allá tenía bazar también.  Y en otra época, estuvo de cobradora de facturas para una empresa, ahí se movía en micro por todo Santiago. Todo esto ya con hijos. Lo que pasa es que ella se organizaba de tal manera de poder pagarle a alguien de confianza para que nos cuidara.

Y gracias a mis 4 hermanas, desde chico tuve contacto permanente con un mundo femenino que me permitió comprender mejor y estar más cerca.

Mis hijas. Yo me separé de mi primera mujer, Ana María, cuando mis niñas, Ignacia y Daniela, eran pequeñas. Y a pesar de esto, siento que fui un padre muy presente desde el punto de vista cotidiano. Yo salía con ellas para todos lados. Mi ex mujer me preparaba un bolso con todo lo necesario, porque ella es muy organizada, y  yo me llevaba a mis hijas de viernes a domingo: las alimentaba, las mudaba, bañaba, y en esa época yo vivía con un amigo, ¡que no me ayudaba obviamente!

Me tocó cocinar, pelear para que se comieran todo. Esa experiencia la viví por 5 años, antes de casarme nuevamente, con mi hija Ignacia que tenía menos de un año hasta los 5 y con Daniela entre los 3 y los 8 años, fue una etapa muy linda. Aprendí mucho.

Hoy, Daniela ya tiene 28 años, está casada y me imagino que pronto me hará abuelo. Ignacia de 26, que está recién egresada, decidió acompañarme en el comando.

Y mi hija Karin, de mi segundo matrimonio, que tiene 17 años y pasó a tercero medio. Ella es una mujer muy dulce.

¿Y qué tal eres como suegro?

Con el marido de Daniela, fui súper frío como suegro al principio del pololeo, 2 años de lejitos no más, con los permisos controlados. Ya después se dio más confianza y él tuvo una actitud muy bonita y considerada: fue a pedirme formalmente la mano de ella, recuerdo que atesoro. Y ahora con el pololo de Karin, he sido un poco más relajado porque entró astutamente: primero como amigo de mi hijo ¡y después salió pololeando con la hermana! Así que ya le tenía cariño de antes, además compartimos el gusto por la música: toca la guitarra en la banda «Los Poncheras» con mi otro hijo.

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