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Hacer el amor, buen sexo y mal sexo

¿Conoces la diferencia?

Un día platicaba con un amigo sobre estas tres formas de practicar la sexualidad, y como si estuviera hablando de SantaClós, me respondió que únicamente existen el “buen sexo y el mal sexo”. Y no fue una discusión de veinte minutos, hablamos al respecto durante horas y mi amigo siguió pensando que eso de “Hacer el amor” es tan ficticio como creer en duendes, hadas y otras criaturas mágicas. Como creo que he experimentado la diferencia real entre las tres cosas, puede que sea hora de poner las cartas sobre la mesa.

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Ahora, el problema de definir una de otra es que la diferencia no es algo demasiado tangible. No tiene que ver con posturas, tamaños o formas. Y lo más importante, la única forma de conocer la diferencia entre uno y otro es experimentando los tres. O sea, si sólo has tenido mal sexo es probable que pienses que todo el sexo es así, lo mismo con el buen sexo y con eso de “Hacer el amor”.

Claro que eso de “Hacer el amor” lleva una carga connotativa medio fuerte y no muchas parejas lo usan. Ni hombres ni mujeres, a algunos hasta nos suena raro y usar esas palabras es rarísimo. Pues en nuestros días también es medio raro eso de “hacer el amor”. Y creo que más allá de que dos personas se amen, también requiere que tengan una gran química, sexual e interpersonal y una gran comunicación. Aunque la experiencia de cualquiera de los dos también trae cosas interesantes a la mesa.

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En realidad es una cosa muy difícil de explicar, sólo les diré que con ello entendí qué quieren decir los autores franceses cuando le llaman al orgasmo la “Petit-morte” (pequeña muerte). En la película París a la media noche, Ernest Hemingway (el personaje, en realidad no sé si también el escritor), dice que hacer el amor con una gran pasión hace una tregua con la muerte. Y en mi experiencia, es verdad.

La diferencia entre el buen sexo y el mal sexo es bien sencilla. El primero es muy disfrutable, aunque no te sientas tan conectado a esa persona. Mientras el segundo no lo es. Yo ya les hablé de que el tamaño en realidad no importa. Bueno, pues ese semental no fue sólo mal sexo, fue el peor. Y aunque si, había un poco de química, en realidad no parecía importarle más que el placer propio. Y eso fue lo que hizo de la experiencia un fiasco total.

Les digo, hay gente que en estas cuestiones deja mucho que desear. Y es una lástima, pero mejorar también tiene que ver con el hecho de escuchar a tu pareja, y que ésta te diga que es lo que le gusta y qué no.

Las tres cosas son radicalmente diferentes, sin embargo a menos que hayas experimentado las tres es difícil de identificar. Y si no estás segura, es como con un orgasmo, si has tenido uno, lo sabes.

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