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Fin de una relación: Hay que tener ganas de hacer las cosas bien

Porque terminar una relación amorosa no tiene que ser más doloroso e incómodo de lo que ya es

Creo que las relaciones personales, así como el resto de las cosas, tienen un ciclo de vida. Algunas están hechas para durar poco, otras duran mucho más de lo que nos podríamos haber imaginado y algunas tienen un tiempo de caducidad determinado únicamente por la partida, parcial o definitiva, de alguno de los involucrados.

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Me tomó tiempo entender, y aceptar, que así es la vida. Que el amor que jurabas que era para siempre solo duró 6 meses y que tu amigos que se proclamaban incondicionales se olvidarán de ti cuando encuentren a alguien más. Pero el hecho de que las cosas terminen, a mi parecer, no tiene por qué significar que tienen que acabar mal. Una pelea, no dirigirse la palabra nunca más o hacerle daño a la otra persona jamás deberían ser alternativas para ponerle fin a una relación.

Pero hay algunas cosas que aún no termino de entender, particularmente de las relaciones de pareja. Muchas veces, usualmente de la parte que siente que ‘esto ya se terminó’, predomina una actitud de dejar que las cosas caigan por su propio peso. Creen que porque ya se terminó pueden adoptar esa inmadura actitud de no responder las llamadas y mensajes, de ser grosero, de mostrar apatía y sobre todo, de hacer sentir menos a la otra persona.

Me ha tocado que, tanto hombres como mujeres, prefieran ponerse en ese papel antes de ser ellos quienes terminen la relación. Prefieren hacerle ver a su pareja que esto ya se terminó para que no sean ellos quienes tomen las tijeras y corten el lazo que los une. El problema es que cuando las cosas toman ese curso, es casi inevitable que uno o los dos acaben con muchos más moretones emocionales que los que deberían.

Cuando algo se acaba hay que aceptarlo y enfrentarlo. Ser honestos al respecto, pero sobre todo, jamás olvidar que la persona con la que ya no quieres nada alguna vez significó todo para ti; y que incluso en el momento de la ruptura merece cuanta honestidad sea posible.

Por eso no se vale terminar y dar falsas esperanzas de que “algún día regresaremos si se alinean los planetas” si no es eso lo que quieres o esperas. No se vale discutir vía SMS, Inbox, DM, o cualquiera de sus variantes; lo menos que le debes a una persona con la que tuviste algo es verse a los ojos cuando se habla de un tema tan serio. Porque el día que seas tú el que esté del otro lado sabrás lo horrible que es.

Está de más puntualizar que empezar a salir con alguna de sus amigas cercanas (y no tan cercanas) no es una gran idea, hacer una lista de todos los defectos que tiene no es un gran regalo de ruptura y que haber bebido más que un par de copas antes de decidir dar el paso no es lo más recomendable.

En las rupturas, creo, es cuando vale más la pena pensar en ese dicho tan cierto que dice que no hay que hacerle a los demás lo que no nos gustaría que nos hagan, así que antes de echarle la culpa a las circunstancias, hay que aceptar que para que las cosas salgan bien hay que tener ganas de que salgan bien.

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