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Accidentes sexuales

A cualquiera le puede pasar.

Imagínense la siguiente escena: Yate de lujo, mujer y hombre lujuriosos, teniendo sexo desenfrenado en el baño. ¡Suácate! El lavamanos se rompe y le corta la mano a la mujer casi por completo. Esta noticia es real y ahora están demandando a la compañía que les arrendó el yate.

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Por suerte, a la mujer le pudieron coser de vuelta la mano y es probable que recupere la total movilidad de su extremidad.

Pero los accidentes sexuales, son más frecuentes de lo que pensamos. No estoy hablando de accidentes como que se salga o rompa el condón. No.

Típico que en una postura especial, te pegas en la cabeza con la muralla, o con la cabecera de la cama. Una vez me pasó que no me pregunten cómo, el chiquillo con que estaba se cayó encima de mi pierna –que tenía estirada- y me esquinzó la rodilla.

Otras veces, me he dado de cabezazos sin querer, justo en el momento del clímax. Ahí no queda otra que aguantarse el mareo para no perder el momento feliz.

Recordando y recordando entre mis vastas experiencias he botado lámparas, teléfonos, vasos con líquidos helados que cortan toda la pasión, pero por suerte no la piel, resbalones en la ducha y tina, codazos en la nariz, y pellizcones en los costados. De repente, no falta que en el ápice de la pasión los hombres se apoyan en el cuello y la ahorcan su resto.

Nunca olvidaré esa vez que me puse caliente en el auto y decidí complacer a mi joven pareja mientras este conducía el vehículo. Mi habilidad en el sexo oral fue superior que su habilidad en el manejo. Terminamos estrellándonos contra un auto estacionado. Para suerte de ambos no pasó nada, él dejó un papel con su teléfono y nos fuimos rápidamente. Eso sí, la vez siguiente que nos juntamos, le dije que nos fuéramos en taxi. Ni les explico la cara del taxista. Bueno, por algo le pasé mi teléfono.

Ustedes, ¿Han tenido algún accidente sexual?

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