
Una mujer haitiana de 65 años llegó al hospital en República Dominicana -donde reside hace algunos años- con intenso dolor en la zona abdominal. Siempre había sufrido de dolores, pero sólo había acudido a médicos brujos y curanderos. Su dolor se debía nada más ni a nada menos que a un embarazo ectópico (fuera del útero) que tuvo hacía 30 años; se dio cuenta de que estaba embarazada, pero nunca dio a luz, y tampoco nunca supo que su embarazo era ectópico. El feto se desarrolló hasta alcanzar los 2 kilogramos de peso y luego murió y de descompuso parcialmente dentro de la trompa de falopio.
PUBLICIDAD
De que es insólito, lo es; el feto podría haberle producido una septicemia y podría haberla matado. Una vez tuve un quiste ovárico que me explotó al tamaño de una pelota de tenis (el ovario es como una almendra) y el dolor fue muy grande, el doctor se dio cuenta altiro y afortunadamente pudo programar una cirugía endoscópica (por el ombligo). No me imagino como habrá sido vivir con ese dolor en forma constante por todo ese tiempo.
Esto me hace reflexionar sobre el estado de abandono donde viven millones de mujeres alrededor del mundo en países pobres, sin acceso a la salud formal, la que con una tecnología ni siquiera tan profunda, una simple ecografía, podría haber detectado esta situación hace mucho tiempo, haber performado una operación sencilla y haber evitado a esta mujer tanto deambular por curanderos que tenían sólo buenas intenciones.