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En general la etapa de la adolescencia no es fácil para la mayoría; es una etapa donde todavía carecemos de una conformación clara de nuestra identidad, donde luchamos por independizarnos y donde nuestras necesidades, emociones y hormonas se hacen presentes imperiosamente. Esta situación, es en la mayoría de los casos, aún mas difícil para las y los jóvenes homosexuales, ya que no solo deben enfrentar su propia sexualidad incipiente, diferente de la mayoría de sus amistades y compañeras/os, sino que además deben recibir el enjuiciamiento de sus familias ante la sexualidad que despierta.
El revelar la homosexualidad no es fácil ni para jóvenes ni para adultos, pero en los primeros se dificulta bastante por el hecho de que aún dependen “concretamente” de sus familias y la mayoría no ha establecido una vida privada, con un lugar propio y un trabajo que les permita una independencia en lo económico. De hecho, las cifras de suicidio de jóvenes homosexuales son mucho mayores que las de los heterosexuales de la misma edad, pudiendo explicarse esto por el dolor que conlleva el rechazo familiar.
No hay dos familias que reacciones igual cuando un hijo o hija revela su homosexualidad. Algunas veces los padres ya lo sospechaban hace bastante tiempo, y de cierta forma ya lo habían aceptado; siendo un alivio cuando lo constatan, u otros que lo negaban o se generaban distintas explicaciones que argumentaran en contra de una realidad que consideran dolorosa. Algunos reaccionan de forma muy negativa, y se enojan porque se esfuman muchas de las expectativas que tenían para esa hija o hijo; por ejemplo que tuviera un matrimonio heterosexual y luego unos cuantos nietos…
También hay muchos que reaccionan de forma negativa producto del qué dirán o de la mezcla de factores. Por otro lado hay familias donde la reacción es dividida, y por ejemplo la madre acepta algo que presentía mientras que el padre lo rechaza enfáticamente, pudiendo llegar a cortar el contacto con él o ella por completo.
Un recomendación importante para las y los jóvenes lesbianas o gays, que no han podido revelar su identidad sexual a sus familias, es que consulten con algún profesional que los pueda orientar, apoyar y guiar en este proceso. Existen terapeutas con bastante experiencia, que han trabajado con homosexuales en las mismas circunstancias. Es fundamental tener en claro que en ningún caso es una obligación “salir del closet” y finalmente esto es una decisión personal.
Hace un par de meses conversaba con tres amigos gays que son ingenieros comerciales y me dijeron que la decisión de contar o no, la basaron en la conocida ecuación de costo-beneficio y al parecer los tres están bien satisfechos con los resultados…