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“Todos los días son nuestros”, la novela que retrata el mundo interno femenino tras terminar una relación

Con profundidad, sin falso romanticismo y mucho humor, en su primera novela, “Todos los días son nuestros”, retrata el mundo interno femenino tras terminar una relación. Un tremendo debut de la hija de la best-seller Ángeles Mastretta, Catalina Aguilar.

Por: Carolina Palma F.

La pulsión creativa habita en esta familia. Hija de los escritores Ángeles Mastretta y Héctor Aguilar, estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana, cine en la New York University y guión en el American Film Institute. Catalina Aguilar Mastretta (32) hizo una carrera distinta. Se convirtió en guionista y directora de «Las horas contigo» (2015), nominada al Premio Ariel por Mejor Ópera Prima, además de cortometrajes, películas y series. Ahora nos deleita con «Todos los días son nuestros», su primera novela, donde invita a escudriñar en la historia de «María», una apasionada periodista, y «Emiliano», un prolífero director de cine. Personajes complejos, desconfiados, y que terminan una relación después de 10 años. ¿Qué los separa? ¿Cómo se vive el dolor? En cada página aparecen los cambios, la nostalgia, las ironías, y el humor necesario en estos casos.

El libro permite que recordemos esos momentos cuando nos encontramos con un ex que no superamos aún, cuando su cordialidad se convierte en el peor tono, o el momento en que seguirlo en redes sociales se transforma en un instrumento de tortura. Y, cómo no, coincidir en situaciones que a veces parecen únicas, pero no lo son. Incluso sus miedos, eso que nos contó a la fuerza, cambian o desaparecen.

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Catalina se demoró 10 años en publicar esta obra, y se nota el tiempo dedicado por la perfección de la historia y la profundidad de los diálogos. ¿Hacer una película? «Me encantaría, aún no tengo ofertas para hacerlo», contesta, encantada con la propuesta.

Tengo que hacerte las preguntas de rigor. ¿De qué forma influyeron tus padres en la escritura? ¿Te sientes presionada por los apellidos?

Me influyen de la forma más directa, admirándolos. Tengo la fortuna que mis padres sean escritores los dos. Ellos, con el resto de los escritores que leo por diversión, han influido en mí. Con respecto a la presión he aprendido a no sentirme así, porque uno hace lo que hace. Si alguien espera algo de mí porque soy hija de mis papás, no es mi problema, o me volvería loca. Lo mismo pasa con las películas. Todo lo hago porque me interesa y son las historias que quiero contar.

En una entrevista dijiste que las relaciones han cambiado sus códigos, por lo tanto, existen menos reglas, hay más incertidumbre. Interesante reflexión.
Es que alguien describió el libro como de amor moderno, y me preguntaba si el amor es distinto que antes. Y no; lo distinto son los códigos, las cosas que están permitidas en el amor. Quería contar esta historia de dos personas que vivían juntas hace 10 años, casi un matrimonio, donde existe mucha intimidad. Nunca se casaron legalmente y, por lo tanto, pueden separarse sin ningún tipo de ceremonia, de manera muy sencilla. Nos preguntamos cómo funciona el compromiso en las generaciones actuales, cómo funciona según la edad.

¿Te parece que casarse formalmente le da un peso a una relación, aún en estos tiempos?
Personalmente me casé hace tres años, y no siento una diferencia fundamental. Él sí. Me parece chistoso. Para él la idea de estar casado es distinto, pero yo sentía que estaba comprometida de antes. Quizás es porque nací en una familia en las que mis papás nunca se casaron, pero no significaba que no estaban comprometidos. La gente joven ha tenido relaciones muy intensas que antes no eran comunes. Mi abuela tenía un novio a los 18 años, y consistía en que la visitaba mientras estaba su mamá con ella. En cambio, con mi novio de 18 años nos fuimos de viaje juntos. Ahora tenemos mucha intimidad con gente que no es necesariamente con la que pasaremos el resto de nuestra vida.

¿Te parece que a veces los detalles gritan y no escuchamos?
En un capítulo ahondo en esa exploración. «María» se pregunta qué cosa terrible los separó, porque no la encuentra. Llega a la conclusión que todas las pequeñas erosiones que nos hemos hecho, todas las cosas que nos obligamos a cambiar para abonar con el otro, de repente se volvieron más grandes que las cosas que nos mantenían juntos. No es terrible, sólo que las cosas malas superan a las buenas. También ellos crecen, pasa el tiempo, 10 años.

A los 30 años uno cree que tendrá todo listo, pero tienes menos certezas. ¿Sientes eso?
Eso me parece adquirir sabiduría. A los 17 años sentía que era la mujer más inteligente, certera, clara del universo, pero era una burra. Cuando creces te das cuenta que las cosas son más complicadas de lo que crees, te sientes menos inteligente, y eso es una especie de sabiduría. Los 30 se han vuelto una nueva adolescencia, porque han cambiado los códigos. Esto lo veo en mí, en mi marido, es un momento que decides la carrera que seguirás para siempre, muchos deciden si se casan, si tienen hijos o no. Es una década tajante para las mujeres. Por eso esta historia tiene personajes de 30 años, porque son dos personas que se hacen juntas desde los 20. Y se encuentran a los 30, cuando se supone que deben tener ciertas certezas, perdiéndolas todas.

Según tu análisis, ¿qué es lo más difícil para una mujer cuando termina una relación muy larga?
Crece la idea que estás perdiendo el futuro que creías que ibas a tener, y pierdes a tu amigo, al testigo de tu vida. Pierdes la certeza. Es complicado comprender que estamos solos. La gente a la que queremos sale y entra de nuestras vidas, no es parte nuestra, estamos solos.

¿Qué nos hace salir de esa tristeza?
Mi teoría es que las relaciones se acaban. Esas desilusiones no son tales. Cuando quieres a alguien, no sólo de manera romántica, a pesar de que cambien, que el tiempo pase, esas cosas que se dieron el uno al otro no te las quita nadie. Para mí es la manera de superarlo; no negarlo, sino que aceptarlo. Pase lo que pase en la relación.

¿Cuáles son las historias de amor que amas?
Me encantan las historias de amor, porque son el misterio fundamental. Me gustan las historias de amor imposible, amor filial, amores que se pierden, que se recuperan. Mientras esté bien contada y podamos descifrar por qué nos queremos como nos queremos, me encantará.

Trabajas en el cine. ¿Cuáles son tus películas referentes?
Mi trabajo principal es de cineasta, soy directora, tengo dos películas y escribo guiones. A veces trabajar en el cine se vuelve muy rígido, no te puedes ir por muchas tangentes, no se presta tanto para la reflexión, todo debe ser muy visual. En términos de película, siempre hablo de «La edad de la inocencia» como una película favorita y es mi ejemplo perfecto de las dos cosas que me gustan en la vida, que son mucho respeto por la palabra y cómo se utiliza, y un aspecto visual importante. Para mí es una película perfecta, porque transmite la prosa del libro a la imagen.

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