Wellness

¿Desde cuándo la frase “estás flaca” se convirtió en un piropo?

Desde pequeñas nos cuestionan nuestra forma física, y la prensa y publicidad nos convence de que la delgadez trae reconocimiento y más oportunidades. ¿Comencemos a cuestionar estas calificaciones? Porque afectan la autoestima y, a veces, nos hacen perdernos de lo más importante.

Por: Carolina Palma Fuentealba.

Desde que tengo memoria que la frase «estás más flaca» es música para mis oídos. Lamentablemente. Porque desde niña tuve problemas con el peso, así es que siempre estoy en lucha constante, al igual que miles de mujeres que se ponen a dieta para un matrimonio, para el verano o para que entre «ese» vestido. Es como si el sobrepeso «apagara» todo el resto del cuerpo, como leí en un artículo hace poco. Pocos dicen «qué bella piel» o «qué linda tu mirada»; más bien, todo se reduce a la talla de pantalón.

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Por supuesto las famosas son las más escaneadas y, si nos fijamos bien, la mayoría de las actrices y cantantes, nacionales e internacionales, son delgadas. Y si no lo son, pronto lo serán por dieta-ejercicio o una operación.

¿Te has preguntado en qué aportas tú a esta idea de que la delgadez es lo más importante? En nuestro caso –una revista hecha para mujeres– intentamos acercamos a la realidad y, más que luchar por el objetivo de la delgadez, queremos expandir el concepto saludable por sobre el tema estético. Porque finalmente, si te sientes bien con tu cuerpo y estás sana, no hay problema, ¿no?

De todas formas, reconocemos que es difícil luchar contra toda la publicidad de delgadez que ataca en las revistas, televisión y en la calle. Valeria Radrigán, actriz y doctora en Estética, junto con Tania Orellana, licenciada en Artes m/c Teoría e Historia del Arte y doctora (c) en Filosofía, escribieron el libro «Extremos del Volumen». Este proyecto, como ellas mismas explican en www.extremosdelvolumen.cl –donde puedes comprarlo– aborda las manifestaciones de los extremos del volumen corporal (anorexia y obesidad) y la instalación de estéticas con amplias incidencias en la experiencia. En definitiva cuestiona los estereotipos de cuerpo, y también analiza la difusión que hacemos los medios de comunicación de la temática.

«Un artículo como éste me parece positivo para una revista femenina. También considero importante poner modelos más diversas, no solo más gordas, sino que otros colores, más bajas. Es importante contribuir a que en la visibilidad aparezcan corporalidades que sean diferentes al cánon de la belleza tradicional», sugiere Valeria.

Con respecto a la valoración positiva que le damos a la delgadez, Radrigán confirma que está instalada hace mucho tiempo en la historia. «Recuerdo que en textos de la época Victoriana se mencionan cartas de mujeres que aseguran que se sienten feas porque están hinchadas o describen cómo el corsé no les cierra bien. Después, cuando la mujer empieza a salir a la calle, a trabajar, la idea de que se pueda subir a la bicicleta, que sea ágil, es considerada positiva», detalla.

Seguramente recordarás que en diversas obras artísticas aparecen mujeres con muchas curvas. La especialista asegura que, pese a esto, la obesidad o gordura nunca ha sido considerada positiva a lo largo de la historia; si bien ha habido momentos donde ciertas representaciones del cuerpo femenino han tendido a representar mujeres «rellenitas» (como en los cuadros de Rubens), eso no quiere decir que en la vida cotidiana haya sido un signo de belleza. «Hasta lo que nosotras hemos podido rastrear, representaba más bien opulencia, riqueza, lujo, como en el Barroco. Por otro lado, en el Renacimiento existe la caricatura del gordo para ridiculizar ciertos comportamientos».

De todas formas, estos últimos años nos hemos acostumbramos a ver modelos curvy y XL. Para la experta se trata de un fenómeno interesante, porque el ámbito de la moda dicta qué tenemos que lucir, y hasta qué tamaño los cuerpos son aceptables. Por ello, que se muestren estas modelos en la escena visual contemporánea masiva, amplía nuestra percepción de qué es lo normal, qué tipo de cuerpos son aceptables. «Nos parece interesante el boom de modelos XL, porque en varios casos, en blogs y redes sociales, la aparición de las modelos se asocia a activismo corporal. Las chicas demuestran que no por estar gordas tienen problemas de salud, sino que son súper activas, que tienen vida de pareja saludable y se alimentan bien. Comienzan a aparecer otras corporalidades en la visibilidad general, te amplía tu rango mental. Los cuerpos son infinitos de formas, colores, texturas. De alguna manera hemos demonizado el tema de los volúmenes».

¿Qué opinas de la frase «la cultura de la dieta ha naturalizado el estado de hambre de la mujer»?
Es muy certera. La dieta ha hecho cotidiano el que todas las mujeres hemos hecho o vivimos en una dieta permanente, que se vuelva normal, y que incluso aceptemos algunas que hacen sentir mucha hambre. Hay un boom por las dietas de menos de 1000 calorías, ¡pero 1000 calorías se les daba a los soldados cuando estaban en Vietnam! Es lo mínimo que necesita un cuerpo para mantenerse en funcionamiento.

Como bien manifiesta Valeria, de alguna forma, cuando se vuelve común el estado de hambre, se vuelve común un estado que nos deja mal. «Cuando tienes hambre, no eres completamente dueña de ti misma, estás histérica, nerviosa, te sientes mal, es fatal». Completamente de acuerdo.

¿Qué podemos hacer las mujeres? Al parecer, estos movimientos tienen que producirse desde el interior. «Son largos procesos de autoaceptación, y generan crítica. Es relevante hacerse preguntas como ‘¿por qué me quiero ver flaca? ¿Porque me sentiré mejor, o quiero verme flaca porque lo dicta el mundo?’. Cuando tomas conciencia de eso, que puede tardar años, cuando generas procesos de mejor autoestima, de sentirte protegida y realizas actividades físicas que te den bienestar, avanzamos. Para muchos estar bien no tiene que ver con la flacura, sino con aceptar un cuerpo más robusto».

Junto con eso, analizar por qué cuando vemos una mujer con más peso, con una polera un poco más apretada, la crucificamos. Para la autora, es algo automático que nos han metido en el cerebro. Aunque, gracias a Internet, se abren espacios para mostrar las corporalidades desde otras perspectivas. «De alguna forma subvierten los cánones dominantes de la sociedad. Por otra parte, me parece que durante el crecimiento de las mujeres, cuando somos adolescentes, conviene no decir nada sobre el cuerpo. Uno tiene que auto-observar su propio cuerpo, no debemos andar influenciada por la percepción del otro. El omitir es una buena alternativa. Cuando somos adultos, depende de cada persona.

A mí, como mujer gorda, que me digan gorda no me importa nada, porque sé cómo es mi cuerpo. Cuando se revindica la palabra gordo, no como insulto sino como una característica, se va naturalizando el uso del vocablo y se le quitan otras connotaciones. También hay que fijarse con la persona que tratas, analizar si eso le afectará profundamente. Hay que apostar por el tacto», aconseja Valeria.

Pese a todo, le parece importante comenzar entrenamientos como el yoga o la danza, disciplinas que contactan con el cuerpo, no para ser una mujer fitness, sino porque permiten autodescubrirse y conocer tus límites.

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