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La verdad es que para los niños es sumamente necesaria la aprobación de sus padres, básicamente porque sin el amor de mamá no se sobrevive primariamente, entonces, muchas veces se autoexigen para llenar nuestras expectativas y mantenernos contentos, dejando de lado su esencia, gustos, lo que realmente son o querrían hacer.
¿Qué podemos hacer?
Pasar tiempo con ellos no es cliché. Es buena idea que al llegar a casa y encontrarnos con ellos los miremos y tratemos de ponernos en su lugar. ¡No es fácil ser niño! No es fácil porque están llenos de normas y exigencias que no les pertenecen. Si bien están dentro del sistema, es importante que entendamos esto para darles espacio de real esparcimiento. Espacios en donde puedan desordenarse y decidir qué hacer.
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Sin duda de estos espacios también se aprende a tomar decisiones, a ser creativos, a confiar en sí mismos.
No olvidemos que lo que aprendan en el hogar, en la relación con la familia, es lo que se llevan todos los días al colegio y les sirve (o no) para desenvolverse académicamente y en la vida social. Sin ir más lejos, la preciada autoestima se ralla desde la mirada que tienen mis padres de mí mismo. Si los niños tiene una adecuada autoestima entonces van a rendir mejor en todas las áreas, porque se sentirán capaces y sabrán que si algo no resulta al primer intento, podrán volver a intentarlo con confianza. Esto trasciende de la propia infancia, la heredamos de adulto.
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Entonces, ¿queremos niños exitosos? Parece que nos interesa más inculcar este cariño por sí mismos, porque de esa manera podrán valorar al otro y al entorno y de la misma manera colaborar en vez de competir. Recordemos que cada niño será adulto un día, y vendrá a llenar espacio en el sistema y podrá ser un aporte significativo.
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