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Especial Día del Padre: Ignacio Franzani y su padre muestran su intimidad

Como el propio conductor de «Mentiras Verdaderas» de La Red y locutor de radio Zero LO confirma, con su padre mantienen una relación divertida a base de humor negro y mucha ironía. ¿Qué los une? Sus principios de vida y el amor por el running.
Agradecimientos a Hotel Director. Por: Carolina Palma Fuentealba . Fotografías: Gonzalo Muñoz. Maquillaje y peinado: Josefina Melo y Magdalena Vargas, para Blow Up con Urban Decay y L’Oréal Professionnel. Vestuario: Adidas, Paco Rabanne, GAP.

Mantienen una relación cercana. Se abrazan sin pudor, bromean y se hacen bullying constante. «Tengo mejor cuerpo que mi hijo», dice mientras lo maquillan Hugo Franzani (74), de profesión abogado, y el primer fan de Ignacio Franzani. «He archivado todo el material que aparece de mi hijo en los medios hace 10 años. Lo hago para que quede para la familia y para que él vea cómo ha ido madurando», asegura.
Siempre mantuvo una buena comunicación con sus hijos (2 hombres mayores que Ignacio y una menor), pero confiesa que le hubiese gustado estar más presente.

LA INFANCIA
Hugo: «Ignacio fue un muchacho con una infancia muy feliz, y siempre tuvo una personalidad muy liviana, en el sentido que empatizaba rápido, más que los mayores, incluso. Desde niño manifestó un interés por la música que me sorprendía, porque mi estilo iba por otro lado. Le interesaban las bandas y yo le hablaba desde pequeño de la música clásica y de un personaje que después descubrió. Le decía que es la mejor voz, difícil de igualar y que permanecería en el tiempo: Elvis Presley. Con el tiempo me dijo que tenía razón… Elvis sigue siendo el rey».
Ignacio: «Mi primera infancia la viví en el norte, en varias ciudades como Antofagasta, Iquique, Chuquicamata, y en Cuarto Básico llegué a Santiago por el trabajo de mis papás. Tengo una imagen grabada de él trotando a la orilla del tren, donde había mucho olor a salitre. Cuando chico le preguntaba por qué no me apañaba para hacer hockey, un deporte que necesitaba más parafernalia, y no uno tan austero como correr, que lo encontraba muy fome. Obviamente él hacía oídos sordos. Cuando grande comprendí que correr era un lugar para desconectarse del resto, pensar en infinitas situaciones y desestresarse. Mi papá igual hacía ejercicio, incluso en su oficina; ahora sube y baja escaleras y mi mamá se enferma porque rompe las alfombras (ríe).
AMOR DE PADRE
Hugo: «Sus intereses en materia vocacional fueron increíbles. Leyes nunca me lo nombró, solo Periodismo. Ahí tuvimos un intercambio de puntos de vista, porque necesitaba exponerlo para que él resolviera. Saqué varios diarios donde había un señor llamado Luis Conejero, el presidente del Colegio de Periodistas por largo tiempo. Ahí comentaba que no había trabajo para los periodistas y propuso cerrar las escuelas de periodismo para que existieran más posibilidades de trabajo. Le argumenté: ‘Esto puede ser una realidad muy dura para ti’. Pero él me dijo: ‘Con señor Conejero o sin señor Conejero voy a seguir Periodismo’. ‘Sigue tu camino’, le dije. Tenía las cosas claras. Desde chico le recalqué que para tener éxito había que mantener la disciplina, trabajar mucho, involucrar sudor y prepararse bien. Me puse muy nervioso cuando entró a la televisión, porque ahí se juegan muchas cosas, antivalores, y la exposición pública me preocupaba de sobremanera. Quería que él supiera asimilar bien el golpe con sus pies en la tierra, que no se engolosinara con el minuto y medio de fama ni con dos minutos de éxito. Se lo grabé a fuego: ‘La fama, si llega, no le hagas caso. Es totalmente efímero, no sirve de nada. Sólo sigue preparándote y trabajando duro. Y nunca pierdas la sencillez que tienes’. Esta es opinión de papá, pero siento que no era aprovechado en Televisión Nacional. Tiene cuerda para tener un mejor programa, mejores expectativas. Lo emplearon poco, le dieron poca pantalla, y tiene talento para dar más. Hizo muy bien en cambiar de canal».

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AMOR DE HIJO
Ignacio: «Más que gustos, lo que me ha entregado son valores. No conozco a nadie más recto que mi viejo, y eso se graba a fuego frente a las decisiones que tomas en la vida. Tengo valores tan nobles, arraigados, más que porque me lo haya dicho en conversaciones, por lo que he visto en su comportamiento. Y cuando tengo que tomar decisiones importantes, lo converso con él porque es el hombre más sabio que conozco. Cuando sea grande quiero ser como mi viejo (ríe). De verdad él actúa como un roble en la familia. Si no estuviera, se desmorona todo. Siempre ha sido un papá súper presente, muy protector, y ahora que estamos más grandes, lo protejemos a él».

CORRIENDO JUNTOS
Hugo: «Llevo más de 45 años corriendo. Mucho tiempo fui un corredor solitario, porque hace 40 años no existían carreras en Santiago. Corría por las calles, me echaban sus tallas incluso (ríe). Ignacio y sus hermanos me vieron siempre en esto, de chicos. Ahora me ha ayudado mucho en las corridas. Estoy en la categoría final, la de 70 y más. Estos últimos 3 años me preparé muy bien, y he logrado los primeros lugares consecutivamente en los 10K de la Maratón de Santiago.
Entreno hasta 5 veces a la semana, corriendo algunos kilómetros, y además hago máquinas en el gimnasio para muscularme un poquito, porque con los años se va perdiendo. Con Ignacio nos entrenamos juntos 1 vez a la semana, ahora que en las noches está más ocupado. Incluso él no ha hecho su carrera para hacer su tiempo, sino que ha hecho mi carrera para irme tirando. Va con reloj en mano calculando el tiempo que debería hacer para sacar el primer lugar. Mis otros hijos han corrido, pero el que más me acompaña es él».
Ignacio: «Hace unos quince años comenzamos a correr, y nos unió de una forma súper fuerte, porque no teníamos ninguna actividad en común, padre e hijo, realidad que me frustraba. Mi viejo es muy sano, entonces todos los cliché no operan acá, como ‘tomémonos un trago, hagamos un asado y nos curamos juntos’. Eso no existe, no va por ahí nuestra relación. Él es de profesión abogado, entonces es muy bueno para hablar y ha logrado desarrollar una capacidad pulmonar insólita, tanto que cuando salimos a correr habla todo el rato y yo lo escucho porque estoy preocupado de no ahogarme (ríe). En esta instancia, a sus 74 años, me da consejos, me cuenta historias, me recuerda sus años de juventud y tiene mucho interés por las raíces familiares; hace el árbol genealógico, busca el retrato perdido de la bisabuela que venía de Italia. También tenemos discusiones políticas, de actualidad, ¡y todo corriendo! Por mi parte, le voy gritando arengas: ‘Ya criaste a tus hijos, pagaste tu casa, ahora sólo te queda ganar esta medalla’ y otras que no se pueden contar (ríe).
Me emociono cuando gana. Además, como no tengo ninguna posibilidad de ganar una medalla con la cantidad descomunal de corredores que corren en mi nivel, hago mi carrera en función de él, porque te sientes parte del triunfo, ya que entrenamos juntos y hasta vamos a buscar la camiseta».
LA PATERNIDAD DE IGNACIO
Hugo: «Siempre se lo he dicho. Es una utopía, pero es bueno fijarle altura, que les cueste. Me gustaría un nieto, que no tengo todavía, pero que tenga el papá y la mamá al lado para siempre. Sé que es difícil hoy, pero les pongo esa meta porque me gustaría tener nietos con padres presentes. No hay que apurar los procesos, ya vendrá, son cosas privadas y uno no puede interferir. La vida emocional es complicada, y es mejor si los padres nos mantenemos en segunda, tercera o cuarta línea».
Ignacio: «Me gustaría ser papá, absolutamente. No sé en qué momento. No es algo que me apremie, que lo necesite. Ahora no estoy ni tan joven ni tan viejo. He hablado con muchos que son papás, y me han dado un consejo que me encantó: en los tiempos que corren es mejor ser papá cercano a los cuarenta años. Uno está más resuelto, con las cosas más claras, y quizás es una buena idea. Según lo que te digo, me quedan unos cuatro añitos» (ríe).

LLAMADOS:
«Más que gustos, lo que me ha entregado son valores. No conozco a nadie más recto que mi viejo, y eso se graba a fuego frente a las decisiones que tomas en la vida»

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