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Los 80′ de Diego Noguera: el actor y su personaje en “Sudamerican Rockers”

En “Sudamerican Rockers” (Chilevisión), Diego Noguera (32) encarna a “Feña”, el personaje que identifica a Carlos Fonseca, el emblemático productor de Los Prisioneros.

 

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Por Jessica Celis Aburto. Fotografías: Marcelo Hidalgo.
Nunca se reunió con Fonseca. No tuvo tiempo. Pero sí conocía a parte de su círculo cercano. El resto lo hizo la investigación. «Me hice una especie de muro de esos que usan los detectives para ir armando sus puzles. Averigüé cosas pero también inventé otras. La imagen igual es súper potente y en la serie se han preocupado mucho de esa parte, con un vestuario y maquillaje increíbles, entre otras cosas», explica.

El hecho de caracterizar a una persona totalmente vigente, que tiene una vida real que puede no ser la misma que construiste para el personaje, ¿te puso una mochila extra?

Siempre me he preocupado de buscar la humanidad de mis personajes, sin juzgarlos, más allá de que sean reales o de ficción, que estén vivos o muertos. Creo que esa es una decisión de trabajo que implica un cuidado, y en este caso no pienso si él se va a enojar o no, sino en cómo retratar a alguien que no se vio y que fue fundamental en la historia del pop chileno. Sin Fonseca no sabemos si los Los Prisioneros hubiesen tenido ese nivel de fama. Quizás sí, quizás no. La historia de Fonseca es mucho más que sólo Los Prisioneros. Trabajó con La Ley, actualmente con Manuel García. Ha estado con grupos que han marcado pauta en Chile. Creo que él es una persona muy especial, una especie de 5to Beatle: alguien que está pero no se ve, y representarlo me parece maravilloso.

¿Qué descubriste de él, qué rasgos de su personalidad te llamaron la atención?
Su nivel de perfeccionamiento. Es capaz de revisar cada cable del escenario antes de que Los Prisioneros se suban a tocar, que quiere que todo esté perfecto para su gente, para el público. Creo que es alguien que defiende a sus representados a muerte, y eso también es una característica fuerte. Peleaba mucho con Jorge, se agarraban a garabatos, pero había una relación de dependencia clara, se necesitaban. Esa necesidad también era amistad. Él pudo agarrar cualquier grupo pop menos riesgoso y hacerlo famoso, pero optó por este de San Miguel que si bien tiene un talento enorme, tenía un discurso que en aquella época era muy fuerte. Hacer eso da cuenta de una cualidad muy grande en él. Es un tipo misterioso. Venía llegando de Argentina, tenía una disquería y conocía más o menos la onda. Es alguien que tenía plata, un señor más pituco.

Y en lo personal, ¿te gustan Los Prisioneros?
Sí. En mi casa siempre se escucharon. Estaban en el ambiente y en mi adolescencia los escuché mucho y admiraba harto.

Eres músico también, ¿qué te gusta de ellos?
A uno le gustan los artistas por distintas razones. Al principio me gustaban por cómo mezclaban la letra con la música. Sus letras eran lo máximo, no podía creer las cosas que decían y que al mismo tiempo te den ganas de bailar, es increíble. Después empecé a darme cuenta de los procesos por los que pasaron. Trabajaron con música electrónica cuando muy pocos lo hacían en Chile. Esas innovaciones en el rock chileno son súper importantes. Los Prisioneros no sólo generaron una revolución en cuanto a letras sino también en lo musical, y esa parte ha sido poco vista porque las letras son muy fuertes. He escuchado a gente que dice que ellos son solo Do- Re-Mi…, ¡pero no! Créeme que no es así. Hay un sonido complejo ahí.

¿Cómo se instala la década de los 80 en tu historia personal, cómo la rescatas?
Nací el 82, y para mí no cuenta eso de que no recuerdas. Aunque tengas un año las cosas te llegan igual. Recuerdo momentos familiares maravillosos pero también que en mi casa estaba absolutamente prohibido contestar el teléfono porque las noticias podían ser muy malas. También recuerdo una vez que tocaron la puerta y abrí. Habían dos milicos parados en la reja con unas tremendas metralletas cada uno. Ese tipo de cosas quedan. Al igual que ver cómo a tu papá lo agarraron los pacos y lo subieron a una cuca. O saber que un amigo de él desapareció. Indudablemente todas esas cosas marcan, más si eres niño. Y las emociones de los padres también marcan. Entonces no estoy de acuerdo con eso de que los de mi generación no vivimos la dictadura. Somos una generación marcada por la ella. Hay una aplanadora que está.

Tu papá estuvo en medio de todo eso, ¿cómo lo viviste?
Vi a mis papás enfrentando todo, y eso para mí fue muy importante. Nunca hubo una actitud de «aquí no está pasando nada». Ellos hicieron manifestaciones y nosotros fuimos a verlos, aunque fueran 5 minutos. Siempre estuvimos al tanto de lo que ocurría, aún cuando soy de la generación de los dibujos animados (risas). Uno veía monos hasta tarde, pero esa realidad siempre fue explicada. En mi casa siempre ha habido mucha conversación, y eso es bacán.

En tu familia todos se han dedicado al teatro, al arte. ¿Nunca quisiste dedicarte a otra cosa?
Es que en mi familia siempre se vio el teatro como aquello que se hacía cuando uno era grande, entonces no había mucha posibilidad de no apasionarse por él. Te entraba por osmosis. Alguna vez quise ser sicólogo, pero nunca estuvo la duda de que estudiaría algo relacionado con el arte. Somos como una tribu (risas).

Vamos a un lugar común. ¿Sientes presión por ser el hijo de Héctor Noguera?
La presión no viene de uno, sino de afuera. La siento a veces y la lata es que nunca parte de uno. Puede comenzar en un artículo en que dice «el hijo de», un titular. Lo bueno es que internamente no hay presión, y eso finalmente es lo que importa; si no sería un infierno. Internamente lo que hay es un traspaso de oficio.

Las teleseries es un nicho que aún no tocas. ¿No quieres, no te han llamado, te gustaría?
Con el tiempo he ido aprendiendo que los formatos dan un poco lo mismo e importan más los proyectos. Si hay un proyecto en formato de teleserie que sea atractivo, claro que lo vería. Uno a veces se enceguece por el formato y deja pasar cosas que podían ser muy buenas. No es fácil, pero estoy tratando de mirar al revés.

Además del teatro y la música, ¿cuáles son tus otras pasiones?
Es que todo lo que hago me gusta. Tengo mucha suerte en ese sentido. De hecho no tengo hobbies, pero sí hago mucho deporte, es parte fundamental de mi vida. Hago un entrenamiento físico con un entrenador todas las veces que puedo. Necesito hacer deporte, me activa, sobre todo ahora que dejé de fumar. Estuve 10 años con el vicio. Llegué a fumar casi una cajetilla diaria.

¿Cómo lo dejaste?
De un día para otro dije «no fumo más», y lo dejé. Me estaba empezando a sentir mal. Me sentía un adicto. Tuve esa sensación de adicción y de hecho tengo síntomas de abstinencia. No me gustó nada.

¿Qué haces cuando eso pasa?
Trato de caminar, respirar profundamente y hablo(risas)….

Mmmmm pero te has declarado tímido….
Sí, me cuesta, pero me da por hablar (risas…

¿Te cuesta relacionarte con la prensa cuando se quiere meter más en tu vida privada?
No es que me cueste, es que no la abro (risas). Encuentro que no es parte del espectáculo y hasta el momento no lo ha sido. Tengo una vida de pareja muy estable, estoy muy enamorado de mi mujer y ahí no hay nada más que la maravilla. Llevo casi dos años y soy muy feliz.

¿Eres muy vanidoso?
¡Soy actor! (risas). Soy bien descuidado. Es difícil la vanidad y creo que tengo un grado normal. No me demoro en vestirme (risas).

¿Bueno para el negro?
Sí, me visto harto de negro (risas). Busco facilidad en el tema de la ropa. Casi nunca me compro, entonces no ando buscando. Me gusta eso sí la ropa bonita, me encantaría tener ropa linda y más de la que tengo, pero no está dentro de mi preocupación ni de mi tiempo. Me compro cuando el desastre es extremo, cuando ya es un poco una vergüenza.

¿Y el cuerpo te preocupa?
Sí.

Cuando hiciste el desnudo para la obra «Ideológicamente Cobain» se habló harto de eso. ¿Estabas muy preocupado por el cómo te verías?
No, en ese momento no me importó nada. Lo que sí me importó es que fotógrafos empezaran a sacar una tremenda cantidad de fotos cuando yo estaba en pelota en el estreno…

¿Eso pasó?
Sí, y me dio rabia. Sentí una avalancha de flashes encima de mí, pero asumo que fue un error de nosotros por dejarlos entrar. Luego vi todas las fotos publicadas y no fue algo traumático, no me angustié. No es la única obra en la que he salido desnudo, de hecho.

O sea tienes una muy buena relación con el tema.
Es que ahí también depende del proyecto. No me saco la ropa tampoco así porque sí.En todo caso, no todos los actores, sobre todo hombres, lo aceptan. ¿Cuántos actores hombres en Chile se exponen desnudos? (Piensa) Muy pocos, pocos la verdad…

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