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Karla Constant: “Ahora encuentro que soy una mujeraza”

La animadora de Canal 13 vive un momento de absoluta felicidad y plenitud. A los 40 asegura que por fin encontró a su compañero, y no descarta tener otro hijo. Ser mamá ha sido su espacio de mayor felicidad, y también el de más crecimiento. Cuando se separó tuvo que rearmarse partiendo desde cero. Esta es la historia.

 

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Por Jessica Celis Aburto

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Ser mamá es un viaje, un proceso que hay que vivir de la mejor manera posible. Cuando hablo de proceso es porque no tiene inicio ni término; vamos creciendo en esta relación madre-hijo juntos. Tengo que ir conociéndolo día a día en sus nuevos gustos, sus nuevas mañas (risas), cómo va cambiando su personalidad; y él vive lo mismo conmigo, porque está más grande y aprende a conocer a las personas de mejor manera. Es un proceso de mucho amor y aprendizaje, y siempre le pido a Dios que dure porque es muy rico ir descubriendo a tu hijo».

El 6 de octubre de 2008 la vida de la animadora de Canal 13 experimentó el cambio más radical, al convertirse en la mamá de Pedro, su primer y único hijo. Hasta ahora. «Somos muy pegotes, pero a la vez súper independientes. Él es súper regalón, cariñoso, y por otro lado, bien independiente y sociable. Tenemos un vínculo súper fuerte. Pedro es un niño choro, exquisito, un tipo muy simpático, bueno y generoso. Es bueno para la talla, sabe hacer chistes. Ahora, creo que le hace falta desarrollar el tema de la frustración, como muchos niños hoy en día. Además es muy, pero muy activo. Es demandante, pero prefiero mil veces tener un hijo así de entretenido que uno que esté todo el día sentado leyendo solo. Además creo que yo igual soy así, me gusta tener panoramas».

«Mi mamá me dice que Pedro es igual a como era yo. Creo que eso lo veo en lo regalón que es, en las mañas, su ternura, en que es gozador, disfruta del mundo, y es fijo en sus ideas. Tiene una memoria sorprendente, me asombra que se acuerda de cosas de cuando era muy chico. Tiene un carácter muy fuerte. Pienso que también es bien artista: cuando me van a hacer entrevistas agarra los micrófonos, quiere que lo graben a él, posa para las fotos (risas). Por mí que sea lo que quiera ser, pero le veo el lado artístico bien presente. Además es muy sensible».

Desde que se separó y volvieron a Chile, ambos viven en la casa de los papás de Karla, una situación que ha sido inmejorable. En esa casa también vive junto a su hermana y su sobrino que va a cumplir 18 años. «Vivir con mis papás, mi hermana, mi sobrino y el Pedro, es maravilloso. Me imagino que es vivir como en una tribu. Me cuesta imaginarme en una casa sola con él, porque lo pasamos muy bien todo el familión, nos complementamos, no nos molestamos, y las únicas peleas que tengo –entre comillas– son con mi mamá, porque lo malcría demasiado y lo deja ganar en todos los juegos (risas). En mi corazón sólo tengo agradecimiento, porque mi hijo recibe un cariño que es único».

Cuando arribó desde Buenos Aires, su futuro laboral era incierto; sólo sabía que tenía que volver a trabajar. No pasó mucho tiempo cuando ya estaba con los pies bien puestos en Canal 13. «Las mamás somos culposas; ojalá no tuviéramos ese chip porque entorpece la fluidez natural de las cosas, el cómo deben realizarse. Me encantó haber estado en mi casa criando a Pedro, creo que nunca me volví loquita por no trabajar; hay mujeres que sí lo necesitan, pero yo no sentí eso. Siempre me armaba panoramas. Después, cuando empecé a trabajar, lloré, me sentí culpable, me preguntaba cómo estaba, pero tenía que hacerlo porque tenía que salir adelante y ganar lucas, no tenía otra opción, y el panorama tampoco era negro porque lo estaba dejando en la casa con mi mamá, no en una guardería. A él, le costó. Hasta el año pasado me pedía que por favor no saliera, que me quedara con él, pero ahora que está más grande y lo pasa bien, no es tanto. Claro que pregunta por mí y a qué hora vuelvo, pero nada grave, y culpa ya no tengo. Fueron los primeros cinco meses».

SER MAMÁ Y PAPÁ; VÍCTIMA, NO

«He sentido que cumplo dos roles. Él tiene a su mamá y su papá, pero en casos como el mío, una pasa a ser mamá y papá, y me imagino que debe haber papás que cumplen ambos roles. Creo que las mujeres resolvemos muchas cosas solas, pero no tengo rollo con el ‘que habría pasado si…’. Más bien digo ‘mi cuento es éste: estoy separada y tengo un hijo, a mis papás, un trabajo regio, y las cosas se resuelven así’. Lo que no me gusta es ‘pobretear’ a mi hijo. No sé cuál es el porcentaje de padres separados hoy, pero no es ninguna catástrofe, aunque sí muy doloroso. Confío en el proceso de maduración y de crecimiento de mi hijo. Confío plenamente en los procesos y en que se sale adelante. No voy por la vida victimizándome yo ni a él. Esto nos tocó y esto hay que hacer. He sufrido y llorado, y mi hijo también, pero es parte de la vida. Más adelante seguramente nos van a tocar cosas diez mil veces más dolorosas, entonces hay que resolver. Uno tiene que llorar, pero no te puedes quedar pegada en eso. Este tipo de cosas no te puede botar, menos cuando eres mujer. Una saca fuerza del útero y sales adelante. Yo iba a mi trabajo y sacaba el máximo de energía de ahí, de mis compañeros, porque no me quería quedar en ese lugar triste. Quizás es parte de mi personalidad, pero tenía claro cuál era mi prioridad, y esa era mi hijo».

¿Cómo protegiste a Pedro durante el proceso de separación?

Acudí a sicólogas para que me ayudaran, y creo que se resolvió bien, pero como todo en la vida, te dan tips para salir adelante, pero el tiempo es fundamental. Lo que pasa es que a uno no le gusta esperar. Acompañé a Pedro en este proceso que fue súper difícil, y salimos adelante. Hoy él no tiene mayores cuestionamientos, quizás más de grande se hará preguntas, pero ahora siento que le saca mucho provecho a esta situación (risas).

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