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“En el amor las mujeres no tenemos que estar al servicio del hombre”: Karla Souza

Con una sencillez y un carisma que se agradecen, la actriz mexicana del momento visitó la redacción de Nueva Mujer para hablar de amor, de su más reciente película y de feminismo

Por María Tapia

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 Se acerca San Valentín y llega el estreno de ‘Todos queremos a alguien’, donde interpretas a una mujer que ha dejado de creer en el amor…

— Sí, es una inmigrante mexicana que vive en Los Ángeles. Es ginecóloga, es independiente, le va muy bien, le encanta salir con los chavos y tener relaciones físicas, pero no quiere nada emocional porque hace muchos años le rompieron el corazón.

¿Por qué será que es tan común que le tengamos miedo al amor?
— Creo que cuando nos sentimos rechazados, no nada más en el amor, también en el trabajo o en cualquier otro ámbito, es natural que tengamos miedo. Pero ese miedo no debe de ser el motor con el cual tomemos decisiones porque lo más bonito de la vida es justamente ser vulnerable al dolor, al amor, al gozo… De lo que se trata es de sanar cada relación y eso es lo que mi personaje aprende.

Muchos culpan a la forma tan diferente en la que nos educan a mujeres y hombres para el amor.
-— Tengo muchas opiniones al respecto. Hay muchas cosas que me enseñó la sociedad, mis papás, las experiencias, la cultura mexicana, que aún estoy intentando sacar de mi cabeza. Por ejemplo, para las mujeres, todas esas exigencias físicas inalcanzables que nos lastiman, como las cremas ‘anti-edad’. ¿Qué me estás diciendo con eso?, ¿que a cierta edad ya no valgo? Ahora hay casos de mujeres en Estados Unidos que están demandando a sus jefes porque no les permiten dejar de usar tacones. Las alfombras rojas son iguales, todo el mundo te dice: ‘Si no quieres no te los pongas’, ¡pero no es así! ¡Nos tenemos que ver siempre bien, tenemos que estar arregladas… Hay una exigencia impresionante y todo viene hacia el servicio del hombre! Obviamente ellos también tienen presiones y cada vez son más, pero no se puede comparar. A mí mi papá me educó como ‘hombre’, y se lo agradezco muchísimo, pero todavía tenemos que ir más allá y educar no como hombre o como mujer, sino como ser humano. No decirle a tu hija: «Te tienes que comportar de tal manera y voy a pintar tu cuarto de rosita», sino ver qué le interesa y si es, por ejemplo, la ciencia, apoyarla. Igual con los niños, si resulta que a tu hijo le gusta peinar, también apóyalo y no le digas que eso no es masculino. Como padres debemos enseñar a nuestros hijos a explorar y no a limitarse y avergonzarse.

Idealmente, ¿cómo visualizas el amor?
— En el amor muchas veces las mujeres también estamos al servicio del hombre. Culturalmente se supone que tú eres una buena esposa si te entregas completamente a tu pareja. Pero en realidad, eso lastima a hombres y mujeres por igual. A fin de cuentas ellos se van a beneficiar de una mujer realizada, completa, independiente… Muchos hombres a veces se intimidan porque creen que es una competencia, pero en verdad es un complemento, una socia, alguien que te puede ayudar y contribuir a tu éxito. En el amor no tenemos que estar al servicio del hombre, el amor tiene que ser sin condiciones, que tu pareja se sienta sensual si está en tacones o en pijama, que no sólo la ames si te cocina y te lava y si no, no.

¿Has cometido errores pensando que lo hacías por amor?
— ¡Sí, qué horror! Cuando cometía un error en una relación pasada, sentía que por eso él me podía gritar, me podía decir groserías porque me lo merecía. Ahora he aprendido que esa no es la forma de amar ni de ser amada y no puedo creer que lo haya permitido. Existe mucho el bullying en la pareja, pero ahora estoy en un punto totalmente diferente. Mi marido, por ejemplo, a veces me dice que siente que está subiendo unos kilitos. Yo lo que le digo es: «No, mi amor, te ves increíble, estás súper saludable. ¿Tú te sientes bien?». Se lo digo así porque quiero que me regrese a mí de la misma forma, que si en algún momento estoy pasada de peso (porque se vale) él sepa que debe tener la sensibilidad de que, si yo no se lo menciono, o no se lo pregunto, entonces no debe opinar sobre mi cuerpo o sobre cómo me veo. A mí me gusta mucho esta película porque es feminista, no achica a nadie, engrandece igual al hombre y a la mujer, tiene personajes complejos y dignos.

Al final, ¿necesitamos feminismo?
— Sí, hay muchas cosas que las mujeres hemos tenido que asumir, como los gritos y piropos en la calle, y hemos tenido que defendernos pero de una forma muy polite. No sé cómo podemos ayudarle a un sistema tan corrompido, pero el ver que los hombres se están sumando al feminismo y que quieren ser parte del movimiento, me entusiasma.

En tu opinión, ¿cuáles son los retos del feminismo?
— A mí me entristece seguir viendo que existe mucho la envidia entre mujeres, la competencia. Yo desgraciadamente mamé eso. Cuando salí de México me costó mucho trabajo cambiar mi mentalidad hacia la mujer, yo la veía como mi enemiga. Había sido lastimada por la mujer más que por el hombre y me di cuenta de que mis relaciones con las mujeres son las que más he tenido que sanar. Tardé mucho en lograrlo, pero creo que es algo que deberíamos hacer para dejar de sentirnos inseguras y en competencia entre nosotras mismas. Esto viene de un sistema que, de cierta forma, nos dice que tenemos que competir por los hombres. Ese es un diálogo podrido que nos ha hecho sufrir mucho y que debemos de cambiar con mucho amor. Yo, a través del arte y de mi trabajo, quiero contribuir a que las mujeres tengamos mejores relaciones entre nosotras. ¡Imagínate el poder que tendríamos unidas!

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