Su nombre completo es Carmen Mercedes Toledo Araos de Correa. Nació en Lima, y a los 15 años conoció al hombre que se convirtió en su esposo, el que la ha apoyado incondicionalmente. Ya casados ella adoptó su apellido, y aunque fue sólo un trámite para obtener la visa estadounidense, más adelante le demostraría su gratitud haciéndose llamar Meche Correa.
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Su primer acercamiento con la tradición andina fue en un viaje a Huancayo, en la Sierra Central peruana, donde Meche se enamoró de su país y adquirió el gusto por recorrerlo y conocer hasta los lugares más remotos. «No se puede querer lo que no se conoce; Perú es un país tan fuerte, con una raíz tan grande, una historia tan profunda… Pero si no lo recorres, lo caminas, lo lloras, lo ríes, lo disfrutas, no vas a poder transmitirlo. Para lograrlo, tienes que quererlo y adorarlo conforme lo conozcas».
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De profesión decoradora de interiores, siempre creyó que lo suyo eran las Artes Plásticas, porque más allá del diseño le fascina la creación artística y transformar los materiales con sus propias manos.
El trayecto al éxito
Meche manejaba un negocio en auge cuando decidió dejarlo todo por el diseño. Recuerda un viaje que hizo al norte de Perú, a Cajamarca. «Llegué junto a mi marido Hiran donde un artesano que tenía telas hechas en telar de cintura, y todas eran bonitas. Le dije que me hiciera un buen precio y me llevé todo. Así nacieron mis primeras carteritas que se llamaron las ‘cholitas’, cuadraditas, todas de telar, con desflecadito».
A partir de ahí Meche no ha parado de crear. Uno de sus diseños más conocidos es la «Love Bag», una cartera inspirada en las tradicionales mantas que usan las peruanas para cargar a sus hijos. «La llamé así porque es un bolso de amor, lleno de colores». El problema fue cuando lo comenzaron a copiar y se comercializó masivamente a lo largo y ancho del Perú. «Quienes la venden ganan más que yo; al principio me dolió pero luego lo asimilé. Me di cuenta que lo hermoso es que esta cartera es el medio de vida de muchas familias que se dedican a hacerla».
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Meche ha impulsado el trabajo artesanal de las comunidades que colaboran con ella; le hacen los bordados y los textiles en telares, formando no sólo una relación laboral con ellos. «Muchas son comunidades muy pobres, y para mí es más que un compromiso, es el hecho de no abandonarlos, de seguir mandándoles a hacer las piezas».
Hace 15 años la invitaron a la cárcel de Castro, donde comenzó a trabajar la joyería en cacho con los internos, pero en un principio se resistió a la idea. «Si soy sincera, me demoré más de un año en que me convencieran, y no tengo vergüenza de decirlo. Un día se me acabaron los argumentos y tuve que ir. Una vez que entré, fui durante un año y medio religiosamente tres veces por semana». Ahí conoció el taller de cacho transformándose en la primera diseñadora de fama internacional en hacer una línea de joyería con este material, e inspirando a muchos otros a hacer lo mismo. Durante ese tiempo, se encariñó con los internos a tal punto que, a medida que iban saliendo de la cárcel, continuaban trabajando con ella. Este trabajo con los presidiarios llamó incluso la atención del Banco Mundial, donde la invitaron a conversar sobre su experiencia en la reinserción. «En el terreno aprendí el secreto de cómo cambiarles la mente y el corazón para reinsertarlos socialmente. Me di cuenta que son seres que no creen en ellos mismos, pero cuando ven que alguien cree en ellos, les cambia el chip totalmente, confían en uno y eso les cambia el mundo y la vida».
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Adora su trabajo y su país, nunca sintió vergüenza de él, siempre quiso que los demás lo admiraran y vieran la misma belleza que ella veía en sus costumbres y tradiciones. «Estamos hablando del Perú, un país que nunca se quiso, que se despreciaba, que era triste. Hoy estamos en otros tiempos». Dice ser una latinoamericana orgullosa, y su mensaje es de hermandad, unión y pasión. «Estoy muy agradecida del cariño de los chilenos. Tengo la ilusión de trabajar una colección inspirada en los mapuches, porque cuando veo todas las maravillas que tienen, mi corazón se conmueve. A las cosas hay que entregarse con amor, muchas veces con goce, pero también con dolor y sacrificio, porque nada se consigue fácil; todo me ha costado muchos años, sentirme a veces sola y abandonada, pero no me caigo y sigo para adelante, porque tengo que seguir caminando. Yo soy Meche…, y soy Meche Correa».

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