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¿Eres adicta y no te das cuenta?: Descubre de qué lado estás

El consumo de alcohol entre las chilenas se ha incrementado de manera exponencial, a lo que se une un nuevo fenómeno, el “binge drinking”, el cual se vincula con las que beben sólo durante los fines de semana pero en grandes cantidades, perdiendo conciencia de lo vivido. A esto se suma el alto consumo de benzodiaZepinas para relajarnos y hacer frente a las múltiples exigencias de la vida diaria. ¿Cuando se transforma en una dependencia?

Por Rebeca Ubilla Madrid.

¿Quién no se ha tomado un traguito para relajarse, «un puchito» social, o una pastilla para dormir mejor? Seguramente todas lo hacemos o hemos hecho. Pero la pregunta es qué pasa cuando estas prácticas comienzan a ser frecuentes, siendo lo único que nos logra calmar. ¿Qué sucede cuando de verdad esas copas interfieren en mis funciones, afectando a todo mi entorno?

Todas esas interrogantes se nos vienen a la cabeza cuando no sabemos si esos «calmantes» –que nos ayudan a enfrentar las variadas exigencias que debemos afrontar y nos hacen «pasarlo bien»– dejan de ser algo «normal» y pasan a ser una adicción.

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Según uno de los últimos estudios del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda), las mujeres estamos consumiendo diariamente la misma cantidad de tabaco que los hombres; del 2012 al 2014 incrementamos la ingesta de alcohol, pasando de un 32,5% a un 42,5%, y en cuanto a consumo de marihuana, disparamos la cifra de 4,4% a 8,1%.

A ello se agrega un informe de la Organización Para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) del año pasado, el cual advirtió que Chile ha alcanzado su mayor nivel de consumo de alcohol de los últimos 15 años. En tanto, un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que el consumo per cápita de América Latina alcanza los 8,4 litros al año, mientras que en Chile llegamos a 9,6 litros. En resumen, un panorama muy poco alentador respecto a nuestros «vicios».

Y como remate a estas cifras se suma otro fenómeno en aumento, el llamado «binge drinking», el cual se vincula con mujeres que beben sólo durante los fines de semana –pero en grandes cantidades– perdiendo conciencia de lo vivido al quedar literalmente borradas.
Los especialistas señalan que un consumo normal o aceptable se transforma en una adicción cuando la persona pierde su funcionalidad en las áreas afectiva, social y laboral, es decir, cuando el consumo está generando una dificultad en la vida del ser humano.

Carlos Vöhringer, director de Asesorías y Servicios Clínicos de Fundación Paréntesis, indica que por lo general se trata de no usar la palabra adicción porque estigmatiza. Hoy se habla de una dependencia cuando el uso de una determinada sustancia se necesita para funcionar, si la persona consume de forma individual y aislada del resto, pierde la conciencia, y tiene una actitud compulsiva en que no puede evitar ni detener la ingesta de una determinada sustancia, dejando en segundo plano las actividades con la familia y amigos. «Sin embargo, hay que decir que es un proceso que se va dando en el tiempo», recalca.

La sicóloga Diana Kushner, directora de tratamiento del Centro de Investigación y Asistencia a las Droga Dependencias (CIAD), comenta que «una adicción es síntoma de algo complejo que pasa en el ser humano y que cree resolverlo con el efecto de un determinado consumo. Por ello cada uno elige la droga que ingiere, ya que buscamos la que mejor alivie mi malestar».

Sin embargo, la especialista indica que «es importante distinguir entre las drogas que provocan disfunciones mentales de aquellas que generan alteraciones a nivel de la salud física, como el cigarro». En esa línea, no se pueden poner en una misma categoría las drogas y el alcohol con la ludopatía, por ejemplo. Es esta distinción la que –según explica– determinará la forma de abordarlas y de diagnosticarlas, viendo que no haya otro cuadro sicopático asociado.

Más audaz, relajada y desinhibida

Pero, ¿qué provoca que las mujeres caigamos en excesos que terminan transformándose en adicciones? Las respuestas son múltiples, pero entre los especialistas hay concenso en indicar que, en el caso de las adolescentes mujeres que ingieren alcohol en exceso o alguna droga, es porque quieren funcionar de igual manera que los hombres, buscando ser más audaces y actuar de forma más desinhibida, para lo que usan la marihuana y el alcohol.

Las adultas –especialmente sobre los 35 años y en etapa productiva–se sienten muy sobreexigidas, ya que deben siempre estar en su máxima capacidad y cumplir a la perfección con distintos roles. Y es aquí donde las benzodiazepinas y el alcohol han pasado a ser los elementos que ayudan a cumplir de mejor manera esa labor, ya que producen relajación, desinhibición y despreocupación.

A juicio de Vöhringer, «las drogas de velador están muy accesibles, y para las mujeres son las que mejor lidian con el estrés y la angustia, causados por el rol que socioculturalmente cumple el género femenino». Los especialistas saben que a su fácil consumo ayudan el tráfico de estos medicamentos en ferias libres, la venta por internet y el tráfico de recetas.

Respecto a la posibilidad que determinados factores –sociales o sicológicos– nos lleven a desarrollar adicciones, los expertos indican que efectivamente hay determinadas predisposiciones, pero que eso no implica que las vayamos a desarrollar. Lo que sí debemos tener en cuenta es que en los modelos familiares, los vínculos afectivos son predeterminantes de la salud mental. De esta manera, «una madre que resuelve todos sus problemas bebiendo, les enseña a sus hijos que esa es la manera de abordarlos, algo que los menores absorben porque hay un vínculo afectivo, donde esa madre es un referente para ese niño o joven», señala Diana.

Nunca es tarde
Hay coincidencia en que es difícil que una mujer que caiga en la dependencia, logre salir sola de ella. Para Carlos Vöhringer, «las mujeres que llegan a tratamiento son menos de las que se espera; les resulta difícil pedir ayuda. A ello se suma que por lo general la salud mental es el pariente pobre de la salud, y se ve como algo que estigmatiza».

Pero quienes sí deciden pedir ayuda pueden optar a terapias dirigidas por equipos de distintos especialistas, quienes las ayudarán a comprender las causas del problema y las situaciones que hacen que la dificultad se mantenga.

En la mayoría de las instituciones especializadas los tratamientos son ambulatorios, y buscan la reconstrucción de la identidad de la afectada. Para ello se realiza una sicoterapia con sicólogos expertos y siquiatras, en busca que el lóbulo frontal del cerebro –el que se ve afectado con las adicciones– recupere su irrigación sanguínea para que aprenda a planificar, predecir y anticipar. A la vez se entregan las herramientas para que la paciente logre afrontar y resolver el problema que le acusa la dependencia.

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