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Yoga durante tu periodo: esto es lo que el ejercicio puede hacer por tu cuerpo

Pensé que no lo lograría, pero lo conseguí. ¡Esta es mi 4 semana haciendo yoga!

Por Olivia O’Gam

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Estoy emocionada porque llegué a la cuarta semana de practicar yoga. En especial esta fue una semana complicada en el reto Energy Fitness, me sentí mucho más pesada y también quizá algo torpe con las posturas. Creo que mucho tiene que ver con que mi ciclo menstrual comenzó justo en estos días. 

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Le adjudico al yoga el no haber tenido cólicos terribles y dolorosos. Sí, es verdad me sentí como una roca, pero tuve la energía suficiente para no faltar a ninguna clase lo que representa un gran avance tomando en cuenta que antes hubiera querido ir a casa a dormir. Nadie me hubiera detenido. 

Tengo que aceptar que estuve un poco inquieta porque pensé que correría un río rojo entre mis piernas, pero no ocurrió así. El flujo fue regular y antes de comenzar la clase le avisé a mi profesora que estaba en mis días, así que para cuando llegaron los parados de cabeza, ella me marcó posturas especiales con las que me sentí relajada y en movimiento. Estuve boca arriba, con las piernas abiertas a los lados en escuadra y con los pies juntos. Parece algo simple, pero de verdad te ayuda. 

Le pedí a mi profesora de hatha yoga, Anais, que compartiera conmigo algunos tips para cuando haces yoga cuando estás menstruando y aquí se los comparto.  

¿Cómo va la flexibilidad? No les puedo mentir, no me cuesta trabajo hacer torciones de piernas, soy como de plastilina en esos momentos, pero si se trata de levantar las piernas en vertical o tenerlas firmes a unos centímetros del piso… soy una piedra, me cuesta muchísimo. En la próxima clase le preguntaré a la profesora qué puedo hacer para mejorar la flexibilidad y no sentir que no puedo hacer nada con mis piernas. 

También quiero contarles que puse en práctica la relajación con la que siempre cerramos las clases. No lo saben, pero odio los análisis de sangre porque o me desmayo, me siento mal o no me encuentran la vena para extraer la sangre. Las dos últimas ocasiones me han lastimado el brazo terriblemente. Esta vez decidí intentar relajarme haciendo respiraciones profundas y suaves y repitiendo: «Cuerpo, relajado», «Cabeza, relajada». Aunque no lo crean estuve más tranquila y encontraron rápido la vena para extraer la sangre. ¡Gracias, yoga!

Así que si el yoga me ayudó a relajarme en algo tan pequeño, imaginen qué puede hacer si lo practicamos con frecuencia y aclaramos la mente y calmamos las emociones. 

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