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Ideas equivocadas y ridículas que existen sobre la masturbación femenina

La mujer que se masturba no es “caliente” o hipersexualizada. No lo hace para satisfacerse porque no tiene una pareja o porque lleva mucho tiempo soltera, lo hace porque le gusta y porque quiere.

Estás con tus amigas disfrutando de una rica comida y algunos tragos. De pronto, una de ellas pone el tema sobre la mesa y lanza la pregunta: ¿alguna de ustedes se masturba? La primera reacción es un silencio sepulcral, hay otras que se ríen y las demás no dicen nada.

¿Alguna dijo que sí? Puede ser, pero lo más probable es que sea la minoría. Es cierto, las mujeres ya no tenemos tanto miedo de hablar de la masturbación, pero todavía no logramos que sea un tema que se pueda tocar con soltura, de forma natural.

Seguramente, pensarás que no existe hombre sobre la tierra que no se haya masturbado alguna vez. Ese es el primer problema; la idea que existe de que los hombres se tienen que masturbar de inmediato si ven un pezón, como si fueran máquinas de la eyaculación.

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Así como hay estereotipos en relación a los hombres y la masturbación, también los hay en torno a las mujeres y el placer a través de este acto. Las mujeres se masturban porque quieren, no porque tengan problemas emocionales o porque piensen que así van a saber qué les gusta para después decírselo a su pareja. Quieren saber qué les gusta, porque saben que pueden tener orgasmos explosivos por su cuenta.

Tal como cuenta un interesante y acertado artículo del portal Everyday Feminism, tenemos que cambiar, ahora mismo, las ideas que aún existen sobre la masturbación femenina. Como por ejemplo, que las mujeres necesitan hacerlo con “ese toque femenino” —léase velas, baños calientes, pétalos de rosa— prototipo que proviene de las películas eróticas y del porno.

Si una mujer se quiere masturbar, lo va a hacer en el momento en que esté cómoda. Quizás, antes de dormir o de comer, eso no es lo primordial. No va a necesitar música de The xx o Lovage para “entrar en calor”, no hay parafernalia.

La mujer que se masturba no es “caliente” o hipersexualizada. No lo hace para satisfacerse porque no tiene una pareja o porque lleva mucho tiempo soltera, eso es una tontería. Conozco muchas mujeres que tienen una vida sexual activa y que se masturban seguido porque les gusta, igual que el sexo.

La masturbación es una extensión del amor propio: conoces tu cuerpo, sabes que tienes un órgano  —llamado clítoris— que está en tu cuerpo única y exclusivamente para darte placer. ¿Por qué no aprovecharlo? Es como si tuvieras un botón para la felicidad, que puedes presionar cuando quieras, pero no lo usas porque es “inadecuado” o “mal visto”.

La sociedad suele plasmar la idea retrógrada de que la mastubarción femenina es algo prohibido. Las niñas o adolescentes se sienten culpables por hacerlo, no se atreven a transmitir que descubrieron que pueden sentir placer con su cuerpo, como si fuera algo malo.

Esas mismas niñas crecen, se convierten en adultas que se masturban periódicamente, pero que todavía lo esconden, porque creen que así nadie las juzgará. Una vez que comenzamos a hablarlo, que nosotras mismas levantamos ese velo, te das cuenta de que hay muchísimas mujeres que lo hacen y lo disfrutan.

No es obligación hacerlo, no eres rara o frígida porque no lo haces. Lo bueno, es que tienes la opción para elegir sobre tu propia sexualidad.

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