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Dejar de fumar como un acto de libertad y amor propio

El problema de fumar no es el cigarrillo en sí, sino que el hecho de que es algo que te controla y te aleja de tu propia consciencia.

¿Te has preguntado por qué fumas? ¿Cuál es la verdadera razón que explica el hábito de inspirar y espirar humo repetidamente? Las respuestas pueden ser diversas y de eso se trata esto: de que descubras por qué lo haces y por qué deberías dejar de hacerlo.

Muchos de nosotros empezamos a fumar como algo social. Los adolescentes fuman porque sus amigos o conocidos les plantean la posibilidad de hacerlo, les ponen a mano ese recurso y ellos lo toman.

Si a una persona le gusta cómo se siente ese primer cigarrillo, lo más probable es que quiera probarlo una, otra y otra vez, hasta llegar a un punto en que los cigarros son parte de la rutina y de la vida.

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La intención de este post no es castigar o apuntar con el dedo a los fumadores, partiendo de la base de que yo sería la persona menos indicada para hacerlo, porque también fumo.

Sin embargo, hace unos días me puse a pensar en ello y me pregunté a mi misma: ¿por qué estoy haciendo esto? ¿soy realmente adicta o me volví adicta al hecho de tener algo en qué apoyarme cuando me siento incómoda?

Los vicios nos quitan libertad, nos tienen a su merced y cada vez que escuchamos su llamado, corremos sin pensarlo para caer nuevamente en ellos.

En mis paseos diarios por Internet, me topé con algo que me hizo mucho sentido. Reconozco ser fanática de los textos de Osho, el famoso líder espiritual indio que aportó su sabia visión del mundo mientras vivió en él y que además, dejó un legado muy valioso para todos nosotros.

En un extracto publicado en su sitio web oficial, Osho habla sobre los hábitos, entre ellos, el cigarrillo. Se refiere al concepto de fumar como “un pecado” y lo rebate:

Fumar es insalubre y antihigiénico, pero no es un pecado. Se transforma en un pecado si lo estás haciendo inconscientemente. El fumar no es un pecado, pero sí la inconsciencia.

Nadie se va al infierno por fumar. El problema de este hábito es que te ha convertido en un ser mecánico, en algo que te controla y que te aleja de la posibilidad de ser dueño de ti mismo.

¿Te acuerdas de cuántos cigarros fumaste ayer? Si lo sabes, quizás estés consciente de lo que haces, cuándo lo haces y porqué lo haces. Esa conciencia de ti mismo te ayudará a mirarte, a identificar los momentos justos en que decides prender un cigarrillo y los motivos de esa acción.

Si estás consciente, eres dueño de ti mismo. Si eres dueño de ti mismo, puedes hacer lo que creas que es mejor para ti y el cigarro no tiene nada que hacer ahí. Si eres dueño de ti mismo, ¿por qué querrías dañarte?

La vida está cambiando contínuamente… es un fluir, y los hábitos están estancados. Cuanto más rodeado estés por los hábitos, más estás cerrado a la vida. No estás abierto, no tienes ventanas. No tienes ninguna comunicación con la vida; continúas repitiendo tus hábitos.

Todo lo que te quite libertad para ser tú mismo, está de más. Como dice Osho en esta cita, los vicios siempre son una respuesta de patrones o hábitos, no de tu consciencia.

Fumamos para mantener la mente ocupada, para no pensar en lo que nos incomoda, que paradójicamente, es lo que nos hace fumar. Sabemos que la mente no puede pensar en dos cosas a la vez, y fumamos para mantener alejados esos pensamientos que no nos gustan.

Si lo enfrentas, te va a molestar, te va a disgustar, pero poco a poco, verás que no necesitas fumar para conectarte con tus propias emociones.

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