El cielo de Quito amaneció cubierto, con esa lluvia que parece perpetua pero siempre trae buena energía. En la peluquería de Camilo Mideros, el sonido de las gotas se mezclaba con el zumbido de secadoras y las risas de 10 mujeres que se preparaban para vivir un momento inolvidable.
La Fundación Reina San Francisco de Quito eligió a Nueva Mujer para realizar una producción exclusiva con las 10 candidatas que aspiran a la corona 2025-2026. No era solo una sesión de fotos: era una celebración de propósito, una muestra de fuerza, sueños y autenticidad.

Entre brochas, planchas, cámaras y flashes, cada una de ellas compartía su historia: sus proyectos, su visión de la ciudad y el porqué de su compromiso con el servicio. Había emoción en el aire, un brillo especial que no venía del maquillaje, sino del alma.

Moda que inspira: URBE viste el propósito quiteño
Detrás de los atuendos de cada candidata estaba la esencia de una marca ecuatoriana que está redefiniendo el vestir: Urbe, la firma sostenible liderada por Sandra Uribe y su hija Carla, diseñadora formada en Buenos Aires.

“Urbe nació del deseo de vestir con alma y propósito”, cuenta Sandra. “Hacemos prendas con fibras naturales y celulosa, cuidando la piel, el entorno y a las personas que las confeccionan”, señaló Sandra.

Cada pieza de la producción fue una extensión de esa filosofía. Las telas suaves y los tonos naturales dialogaban con la personalidad de las candidatas: auténticas, modernas, conscientes. “Queremos que cada mujer que vista Urbe sienta bienestar, conexión y orgullo de usar algo hecho en Ecuador”, dice su creadora.

El equipo de Urbe no solo aportó diseño, sino también un mensaje: la moda puede ser bella y responsable al mismo tiempo. En un país donde el fast fashion aún domina, Urbe es una voz que promueve una moda más humana, más ecuatoriana.

Belleza con identidad quiteña
Mientras los estilistas ajustaban los últimos detalles, la música suave acompañaba los movimientos coreografiados del equipo. Los fotógrafos de Nueva Mujer y David Silver capturaban cada gesto: las miradas seguras, las sonrisas espontáneas, la energía de una generación que quiere inspirar a otras mujeres.

Las candidatas, ataviadas con los diseños de Urbe, se movían entre luces y espejos como si la lluvia hubiera venido solo para resaltar su brillo. Afuera, el cielo gris; adentro, una fiesta de color, cabello, sueños y texturas.

Más que candidatas: mujeres con propósito
A diferencia de otros certámenes, el concurso Reina San Francisco de Quito se enfoca en los proyectos sociales que lideran las participantes. En esta edición, las 10 candidatas representaron causas que van desde la salud mental y el empoderamiento femenino hasta la innovación y el cuidado.

Esa energía fue la que Nueva Mujer buscó reflejar: el poder de las mujeres que inspiran, que sirven, que creen en un Quito mejor.

Urbe: la historia detrás del alma sostenible
Urbe Fashion lleva 15 años en el mundo textil ecuatoriano, pero su verdadera transformación ocurrió hace apenas un año y medio, cuando Carla regresó al país tras estudiar Diseño de Moda, Fotografía y Estilismo en Argentina.
“Yo vengo de los talleres, del trabajo duro”, cuenta Sandra. “Pero ella trajo una mirada más artística, más consciente”.
Madre e hija decidieron unir fuerzas para crear Urbe, una marca que mezcla experiencia con innovación.
Hoy, la empresa genera empleo directo a más de 20 personas y trabajo indirecto a 30 talleres familiares en distintas zonas del país. Cada prenda pasa por manos de mujeres que cosen desde sus hogares, muchas de ellas madres cabeza de familia que encontraron en Urbe una fuente de independencia y orgullo.
“Trabajar juntas ha sido un aprendizaje constante”, añade Sandra. “Creo que lo más bonito es ver cómo una marca puede reflejar una historia de familia, de amor y de propósito”.
Una producción que celebra a Quito
El ambiente aquel día fue una mezcla de moda, arte y emoción. Entre cámara y cámara, las candidatas compartían risas, se ayudaban a ajustar un vestido o a retocar un peinado. La sesión no fue una competencia, sino un retrato colectivo de lo que significa ser quiteña: fuerza, empatía y autenticidad.
Para Nueva Mujer, esta producción fue también una declaración: mostrar a las reinas como mujeres reales, soñadoras, trabajadoras, humanas. Cada fotografía, cada entrevista, cada anécdota que surgió en ese estudio quiteño será parte de la edición de noviembre 2025, una entrega que celebra la belleza con propósito.
La Fundación Reina San Francisco de Quito confió en Nueva Mujer para llevar a la audiencia una mirada diferente del certamen: una mirada que va más allá de la pasarela y entra al alma de las candidatas.
El alma de una ciudad en cada foto
Al final del día, la lluvia se había convertido en brisa y el reflejo de las luces en los espejos del salón parecía pintar una postal de Quito. Las candidatas, ya sin tacones, compartían anécdotas y abrazos; el equipo de producción recogía el material visual, sabiendo que allí había algo más que moda: había historia.
La producción exclusiva dejó un mensaje poderoso: la belleza no está reñida con el compromiso social, ni la elegancia con la sostenibilidad. Las 10 candidatas lograron mostrar que Quito no solo tiene mujeres bellas, sino también mujeres con propósito.
Y mientras el eco de las risas aún flotaba entre los espejos, quedó claro que ese día lluvioso no fue solo una sesión de fotos. Fue un retrato de ciudad, una declaración de amor y una invitación a seguir vistiendo de alma, propósito y orgullo ecuatoriano.
