Octubre llega con nostalgia y gratitud para Jennifer Tutiven, la joven guayaquileña que este año llevó con orgullo la banda y la corona de Reina de Guayaquil. Durante un año inolvidable, su presencia no solo se sintió en las pasarelas y en los actos oficiales, sino también en las escuelas, fundaciones y calles de la ciudad, donde se convirtió en voz y ejemplo para niños, jóvenes, mujeres y adultos mayores.
PUBLICIDAD
Su experiencia, como ella misma lo describe, fue “increíble”: no se trató únicamente de representar a la Perla del Pacífico en el plano turístico, sino de ser embajadora de la ciudadanía, tender puentes de cercanía y demostrar que la belleza va mucho más allá de lo físico.

Belleza integral: más que apariencia
En tiempos en que los reinados son vistos con lupa, Jennifer no teme enfrentar los estereotipos. “No es solo belleza física —explica—, es belleza integral: inteligencia, sensibilidad, capacidad de inspirar y motivar”. Su mirada rompe con los clichés y devuelve a los certámenes el valor de la autenticidad, la empatía y la capacidad de conectar.
Ese ha sido, quizá, su sello personal: mostrar que una reina no se mide por la superficie, sino por su impacto en la vida de quienes toca.

Anécdotas que dejan huella
Al recordar lo vivido, Jennifer sonríe: “Tengo millones de anécdotas, podría escribir un libro”. De todas, hay una que late fuerte en su corazón: la visita a la Fundación Fuerza Dorian, donde conoció a Jessy, una niña con cáncer cuyo sueño era ser maquilladora. Jennifer no solo le permitió maquillarla, sino que junto con su equipo consiguió que ingresara a una escuela de maquillaje y recibiera su propio kit profesional.
Ese momento, dice, la marcó para siempre. “Cumplir sueños ajenos también es cumplir los propios”.

Educación: su mayor legado
Si algo distingue a esta reina es su visión clara sobre el poder transformador de la educación. A lo largo del año, visitó decenas de instituciones educativas llevando mensajes positivos, charlas y motivación. Su lema fue sencillo pero contundente: sembrar esperanza a través del conocimiento.
PUBLICIDAD
Hoy, incluso al entregar la corona, sigue impulsando proyectos. Entre ellos destaca una plataforma para mujeres emprendedoras, nacida desde su convicción de que la educación es la llave para abrir oportunidades.
El modelaje y la medicina: dos pasiones que conviven
Jennifer no se limita a un solo camino. Tras su reinado, planea continuar con el modelaje, un terreno donde ha brillado con luz propia, pero también retomar sus estudios de Medicina. “Se vienen cositas —dice entre risas—, pronto habrá sorpresas y quiero compartirlas con Nueva Mujer”.
Su ambición es clara: crecer en lo personal y profesional, sin abandonar el servicio a la comunidad.
Voz de aliento en la lucha contra el cáncer de mama
Octubre también es mes rosa y Jennifer lo vive con especial sensibilidad. Como reina, ha levantado la voz para promover la prevención y la detección temprana. “La mejor decisión es prevenir, no esperar síntomas. Debemos ser fuertes, resilientes, atrevernos a soñar y trabajar en equipo”.
Su mensaje para las mujeres ecuatorianas es inspirador: nada es imposible si se intenta, si hay perseverancia y resiliencia.
Un paso gigante en Nueva York
Uno de los capítulos más emocionantes de su año fue, sin duda, su participación en el New York Fashion Week 2025. Convocada por la plataforma ArtHeartFashion tras haber sido descubierta en Quito, viajó a Manhattan para cumplir un sueño que parecía lejano.
Desfiló en 22 pasarelas, representó al talento ecuatoriano, brilló junto a diseñadores como Tommy Hilfiger, Giannina Azar, Kenneth Barlis y Maya Moda, y se convirtió en una de las modelos latinas más aclamadas del evento. Su presencia en la pasarela no solo mostró glamour, sino también la riqueza cultural del país, con el sombrero de paja toquilla como protagonista en el Consulado Ecuatoriano de Nueva York.
“Fue una experiencia que marcó mi vida para siempre —confiesa—. Sentí orgullo, emoción y gratitud. Esto apenas comienza”.
Embajadora cultural
En cada escenario, Jennifer llevó consigo a Ecuador. La moda, en su caso, se convirtió en vehículo para mostrar el valor del trabajo artesanal, la resiliencia femenina y la creatividad de su tierra. No se trató de un viaje individual, sino de abrir puertas para que más jóvenes talentos puedan conquistar escenarios internacionales.
Una reina cercana y auténtica
Quienes la han acompañado resaltan su naturalidad. A pesar de los reflectores, Jennifer conserva la humildad. Le gusta compartir tiempo con su familia, reír de anécdotas simples y recordar que, al final, lo importante no es la corona, sino el corazón con que se lleva.
Ese estilo cercano, espontáneo y alegre ha sido clave para que conecte con la ciudadanía y deje una huella duradera.
Mensaje final: soñar en grande
Al despedirse como reina, Jennifer tiene claro lo que quiere transmitir:
“Que sigan soñando, pero que recuerden que los sueños se cumplen cuando se trabajan. Con perseverancia y resiliencia, nada es imposible. Lo más importante es la actitud y la humildad”.
El año de Jennifer fue mucho más que eventos y flashes: fue educación, inclusión, sueños cumplidos y metas abiertas. Su historia demuestra que ser reina en la actualidad significa ser líder, inspirar y abrir caminos.
En octubre entrega la corona, pero el brillo de su reinado seguirá iluminando a Guayaquil y a todo Ecuador.