Moda y Belleza

Los trajes típicos genuinos de Jacchigua se inmortalizarán en un Museo ecuatoriano

El Ballet Folclórico Nacional Jacchigua atesora los trajes típicos ecuatorianos que serán llevados a un museo en la capital ecuatoriana.

Ya sea en las fiestas culturales ecuatorianas como en eventos especiales nos quedamos deslumbrados con la vestimenta de los danzante del Ballet Jacchigua. Se trata de los mejores trajes típicos del país creados con el paso de las generaciones y el gran bagaje cultural ecuatoriano.

Rafael Camino, creador y director del Ballet Folclórico Nacional Jacchigua, quiere inmortalizar todo su trabajo con los danzantes de este grupo cultural. «Desde muy pequeño conviví con indígenas en Latacunga, donde nací. Mi madre era analfabeta, vivíamos en una choza de paja y fui amamantado por esas mujeres de la comunidad. Entonces fui creciendo de esta manera viviendo, disfrutando y bailando con todos ellos.
Luego salí de mi pueblo, lustraba zapatos y también era monaguillo. Estaba estudiando veterinaria pero se clausuró mi universidad por lo que me involucré y compartí con las comunidades indígenas y tras un intento por estudiar educación física me dediqué a la danza y mi objetivo era recuperar y valorar la memoria de nuestros pueblos con sus tradiciones, colores, música y bailes típicos», cuenta.

Es así como nace Jacchigua. Hasta el momento atesora 67 coreografías. Rafael ha sido el coreógrafo con el paso de las generaciones y hoy en día sus hijos, nietos y fieles seguidores han tomado la posta de hacerlo y preparar también a los 232 danzantes que conforman este Ballet Nacional ecuatoriano.

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Los trajes coloridos de estos danzantes son producto del conocimiento adquirido en la experiencia de Rafael Camino ya que desde muy pequeño estuvo vinculado con las comunidades indígenas y observaba dónde alquilaban los trajes para los priostes, novios, novias, personajes destacados, en fin, porque cada indumentaria de las festividades tenía sus distinciones propias, mismas que se han aplicado en la vestimenta de quienes conforman Jacchigua. Por la autenticidad de estas prendas y accesorios se creará el Centro de Interpretación de la Memoria Patrimonial Jacchigua.

Según Camino, se han hecho los acercamientos con las autoridades para que todos los objetos y vestimenta típica de las culturas nacionales del Ecuador sean llevadas a este Museo, que se ubica dentro del centro histórico de Quito. Este atesorará siete baúles gigantes, que se han recopilado desde hace 65 años, con colecciones de aretes, sombreros, ponchos, sombreros de paja, camisones, y un sinfín de piezas.

«Aquí encontrarán toda mi vida, todo lo que he guardado de nuestras culturas para que quede en su memoria y la de sus hijos. Estamos trabajando en esto y será uno de los mejores museos de Latinoamérica. Tenemos una colección de 80 danzantes con sus trajes. Banderas de jueves y Viernes Santo de 22 metros, y más. Debo recordar que antes las fiestas eran para cada Santo y para cada Virgen, lastimosamente hoy es una mezcla total, motivo que ha ido tergiversando y deformando la cultura.

Todos los grupos de danza deben investigar tanto la música, el vestuario así como el hecho cultural que se celebra y eso desgraciadamente no lo hacen por falta de conocimiento y por falta de fuentes. Yo me formé en una época donde los indígenas me hicieron entender su respeto al sol, a la luna, a los nevados, a su vegetación y a ellos mismos. Es por eso que tenemos tantos colores, porque sus fiestas eran una verdadera explosión de texturas y luminosidad.

Para mi la cultura no es negocio es servicio y siempre he trabajado en ese sentido recopilando las raíces para que no se pierda nuestra identidad. Sin embargo, me preocupa que comunidades enteras ya no usan sus trajes propios por los altos costos y por la fusión de nuevas modas.
Por ejemplo un traje de Saraguro puede costar desde los $700 y el de un otavaleño puede duplicar este costo por la cantidad de accesorios en joyería que lleva. Me considero un creador de estos trajes. Gané como el Mejor Traje en la categoría Floclórica, confeccionado en Miss Universo para Gina Cabezas y en Japón, en otro evento, obtuvimos el Mejor Traje Étnico del Mundo.

Nuestras coreografías también han sido reconocidas a nivel mundial por ser genuinas y por su autenticidad. Pertenecemos al Comité de Maestros del Mundo en Danza Folclórica por haber recuperado, valorado y mantenido las tradiciones de este país étnico y plurilingüe”, destaca.

El Ballet Jacchigua está conformado por nueve grupos diferentes que se distribuyen por niños, adultos mayores, de jóvenes sordos, personas con deficiencia intelectual y conjuntos de comunidades indígenas.
El proceso y la experiencia artística los ha llevado a ser Patrimonio Cultural con varios premios como el “Eugenio Espejo” además son custodios de la “Bandera de la Paz” y acumulan las ovaciones de 42 países, mismos que se han deleitado con su arte en los escenarios donde se ha exaltado la cultura ecuatoriana.

«He sido privilegiado al presentar las danzas de Jacchigua a tres Papas, la representación artística de Ecuador en el Mundial de Alemania en presencia de 35 mil personas, conocer ‘de cabo a rabo’ a todo el Ecuador y ver a mi familia y otras cien replicar nuestro gusto por la cultura.
Celebramos 38 años de ser Ballet Permanente en la Casa de la Cultura Ecuatoriana ya que cada miércoles a las 07h00 pm haceos nuestras presentaciones en la Sala Demetrio Aguilera. Ahora estamos en un proceso de compartir y educar por lo que hemos invitado a jóvenes de turismo a que vean el espectáculo de manera gratuita, también se hacen talleres y turismo comunitario en Latacunga», detalla.

A Rafael le gusta “moverse mucho” y viaja para saber cómo está la situación de los danzantes alrededor del mundo en los que ha constatado que México, Rusia, China y Japón han perdido su identidad en este arte por la inclusión de otras técnicas. “Aquí mismo he visto en otros grupos como se hizo mucho daño al incluir lo etno-contemporáneo. Nosotros mantenemos una línea única sin copiar absolutamente nada, todo es creación propia. Felizmente no ha hecho falta traer coreógrafos extranjeros porque se perdería nuestra identidad y eso es algo alejado totalmente de mis objetivos”, señala Camino.

Lo más duro dentro de la experiencia de Rafael es cuando los migrantes en todo el mundo se los acerca llorando al verlos llevar la música y danzas ecuatorianas hasta los rincones donde se encuentran. «Frente a 18 mil personas, que ni se movían ni parpadeaban, nos veían con asombro y al final de la presentación nos venían a topar para ver si somos de carne y hueso. Así como yo he enseñado también he aprendido de mis danzantes y sus familias para querer más a mi Ecuador. Como anécdota recuerdo que las personas sin audición (sordos) me enseñaron a querer al Cotopaxi porque la sensibilidad y los procesos humanos son diferentes», culmina Rafael.

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