Moda y Belleza

Ignacia Zordán: No más estereotipos femeninos

La diseñadora de vestuario chilena residente en París realiza prendas con un marcado estilo unisex, libre de prototipos. Trasgresora, no pudimos sacarle una foto porque busca destacar sólo por su trabajo, no que se relacione con su propia imagen.

Por Carolina Palma Fuentealba.

Ignacia Zordán (29) no se saca fotografías para la prensa, sólo cuando aparece en la pasarela después de los desfiles. «No tengo interés en figurar, quiero que la gente conozca mi trabajo y no necesariamente a mí. Quiero que identifiquen la marca por lo que es, no por mi imagen», asegura.

Vivió en Chile hasta los 24 años. Estudió Arte con mención en grabado y luego viajó a Francia, con el firme propósito de estudiar Diseño de Vestuario, y lo logró. La aceptaron en la escuela Studie Bercot, en parís, direccionada al sentido creativo y artístico más que técnico. Luego hizo prácticas en distintos estudios, como el de Paco Rabanne y Manich Arora, en India.

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En septiembre de 2014 lanzó su primera colección, «H’ain», y en febrero de este año nació «Fireland». ¿La tercera? Podremos verla antes de diciembre. La semana pasada se presentó en Latin Trends –en alianza con Parque Arauco– evento cuyo objetivo es fomentar la internacionalización de las marcas de nuestro continente y posicionar a Chile como epicentro de la moda latinoamericana. «Latin Trends está algo enfocado a encontrar clientes, entonces escogí las prendas más importantes de la segunda colección y algunas de la tercera que viene este año», detalla.

Estudiaste en primera instancia Arte. ¿Por qué no inmediatamente vestuario?
Creí que era un medio que permite aplicar muchos elementos estéticos, pero quería integrarlos a la vida cotidiana. Por eso me interesé en el vestuario, al que veo como una forma de expresión creativa, una expresión de cada uno. Si bien soy la diseñadora, la gente combina las prendas. Me interesaba la serigrafía y pintura, lo gráfico, y eso se une a mis colecciones de vestuario.
¿Cómo defines tu trabajo?
Me interesa destacar una figura fémina que está a la par del hombre, porque no creo que existan diferencias, tenemos las mismas capacidades. Es una lucha por la igualdad de los géneros, por eso a veces hago muchas siluetas andrógenas o prendas de vestuario masculinas y se las pongo a una mujer. En el fondo quiero decir que no cambia en nada que una chica tenga un pantalón de hombre, porque sigue siendo femenina. Es una lucha contra ese estereotipo de feminidad y masculinidad.
¿Y con respecto al color? Vemos mucho negro.
Para la primera colección trabajé con una gama de color determinada, pero no es que tenga una postura radical en cuanto al color. Es cosa del momento y la inspiración.
Te involucras totalmente en las impresiones también…
Los prints los diseño yo, escaneo y luego los paso a la tela. Me gustan los trazos más orgánicos. Dibujo con un pincel la pintura, entonces el trazo que estoy haciendo es mucho más orgánico que dibujarlo con el mouse de un computador. Además, dentro de mi marca hay algo más allá de la ropa, que se relaciona con el video. Para eso he trabajado con otros artistas, directores, productores, músicos, visualistas, fotógrafos en los desfiles. La idea es integrar otra entidad que tenga un carácter artístico para que salgan productos nuevos y crear algo colectivo, no individual.
Tu primera colección se llama «H’ain». ¿Qué significa?
Es una ceremonia selknam, de los onas en Tierra del Fuego, donde los niños se convertían en hombres. Los habitantes de la tribu se vestían de forma especial para esta ceremonia, las típicas fotos que conocemos. Me inspiré en este rito por el lado gráfico y porque se relaciona con mi identidad como chilena. Es bien interesante, porque el mito dice que en un principio eran las mujeres quienes practicaban ese rito y lo usaban para mantener el dominio social sobre los hombres en su grupo. Ellas se disfrazaban de estos espíritus y le hacían creer a los hombres que eran las favorecidas. Luego ellos se habrían dado cuenta y mataron a las mujeres, menos a una, para dar vuelta la historia. Así habría nacido el patriarcado.
Y ahí está tu interés por la igualdad, entonces. Hiciste tus 2 colecciones en pocos meses pero, ¿sentiste que evolucionaste?
El concepto era una colección que va evolucionando en el tiempo con las diferentes temporadas, pero siempre son la misma historia y son piezas que se complementan. Es decir, puedes comprar una prenda de la segunda colección y se complementa perfecto con la primera. No se limita a un momento, tú vas armando tu propia miniserie. En la moda se da temporada de verano e invierno, pero personalmente quiero que mis prendas no pasen de moda, son básicas, válidas en cualquier momento.
¿Desde pequeña te relacionaste con estos temas?
Era súper buena para recorrer la ropa usada, ir a la feria, y todavía me gusta. Ahora sé que, cuando comienzas un proceso creativo, lo primero es buscar objetos que te inspiren, incluso una foto. He aprendido en diseño que uno toma elementos diferentes, de cosas que tienen nada en común, como los ingredientes de la cocina o tiendas vintage.
Cinco años viviendo en París, ¿te inspiró?
Cuando me fui de Chile tenía una visión de la ropa que no es la misma de ahora. Los franceses tienen lo chic súper marcado y tuve que asumirlo para complementarlo con lo que venía de mí. Es algo bueno, porque habla de la elegancia, y es bastante excéntrico quizás debido a su posición económica, porque tienen tiempo de concentrarse en áreas que no son primordiales.
¿Cómo has vivido la relación con las marcas, diseñadores en París? ¿Difícil?
Sí, porque hay mucha gente que quiere lo mismo que tú. La industria de la moda es muy importante. Hice práctica en casas de hartos diseñadores reconocidos, como Rick Owens, más que nada en el área comercial, y fue muy interesante para aprender cómo funciona el mundo de la moda. No es hacer cosas para venderlas en una tienda, sino que planear tus producciones para tus clientes, que no son personas privadas, sino boutiques. Luego trabajé en el estudio de Paco Rabanne por dos temporadas, haciendo carteras y zapatos, algo muy diferente. Y después estuve con el diseñador Manish Arora por tres meses en India, para volver al vestuario.
¿Qué aprendiste allá, de esa cultura tan diferente?
Por primera vez vi el proceso entero de creación de una colección, porque su fábrica estaba ahí mismo. Así que conocí desde la búsqueda de inspiración hasta organizar el desfile, los looks, la creación de las prendas… Cortarla, bordarla, imprimirla, todo. También aprendí cómo hacer los estampados, sobre todo en la sublimación.
¿Bajo qué condiciones? ¿Precarias?
Muy diferentes. A la fotocopiadora había que pegarle patadas para que funcionara (ríe). En India trabajan todos los días, de lunes a lunes, no existen feriados, los horarios son extensos y las fábricas quedan muy lejos. Se viven condiciones muy adversas. Los materiales son baratos, pero lo interesante es la variedad, porque encuentras de todo: telas, hilos, perlas, botones. Trabajé tres meses en el estudio de Manish Arora el 2014, y luego me quedé unos meses para desarrollar mi propia colección.
¿Se borraron algunos conceptos que llevabas de occidente?
En cuando a confección no, porque ellos saben confeccionar más que nada sus estilos de prenda, como los saris, camisas largas, vestidos. No conocen la cultura de occidente y no saben desarrollar nuestras prendas. Ahí trabajamos en conjunto con un modelista indio y encontramos el punto medio entre las dos culturas.
¿Cómo te ha ido con la venta de tus diseños?
Lancé la primera colección en septiembre del año pasado, y en diciembre me vine a Chile. No hubo tiempo para conseguir clientes, pero ese tiempo sirvió para que la gente conociera la marca. Es un proceso lento. Se dice que con al menos tres colecciones un diseñador comienza a conseguir clientes y logra ventas. En Chile se movió más porque he estado en eventos importantes e hice un pop up store en el Drugstore. Ahora me voy a Francia a mostrar un showroom, ya que me contacté con las personas que se han interesado en mi trabajo, que son de diferentes lugares, y espero encontrar nuevos clientes. Funciona así: los invito a conocer mi colección y luego ellos hacen pedidos. Es decir, sólo produzco cuando sé que mis clientes comprarán.
¿Qué diseñadores te inspiran?
Issey Miyake, quien trabaja el vestuario de una forma más artística y conceptual. Desarrolló una colección donde la ropa no tenía ni una costura, y la máquina que cortaba la tela. También ha hecho exposiciones donde muestra el vestuario desde una perspectiva artística y fuera de contexto. La otra que me interesa mucho es Vivienne Westwood, que ha visto el vestuario desde una perspectiva sociológica. Ella impulsó la estética punk y mantiene relación con el cuidado del medioambiente. Ambos me interesan por su estilo, ropa e historias de vida.
Si soñamos, ¿cuáles son tus deseos para más adelante?
¿Soñando? Tener una carpeta de clientes estables… ¿Allá o en Chile?
Lo veo de una manera súper global el tema, quizás porque he viajado mucho. Chile es un mercado muy pequeño, y la idea es buscar en el mundo entero. Mi ambición es conseguir una tienda en Estados Unidos, Francia, Italia, Bélgica, Japón…, lugares que tienen la cultura y el dinero para este negocio. Creo que es posible, pero sé que no se dará todo de una vez.
¿Criticas las compras al retail?
Sí, al chileno no le gusta destacar, le gusta quedarse en el grupo, pasar piola. La gente no se atreve a ser diferente, y eso es algo cultural. Claro, sé que una pieza más exclusiva es más cara porque son procesos más complicados, se hacen menores cantidades. Está claro que no se puede competir con un chino que hace mil piezas muy baratas.

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