La magia del cine hace posible que viajes a distintas épocas, gracias a los departamentos de Diseño de Vestuario y Dirección de Arte. Hemos sido testigos de trabajos extraordinarios, que nos llevan a un universo paralelo en las medias noches de París, hasta futuros distópicos donde la moda es la última forma de expresión. Hace posible la fusión de dos grandes elencos de mutantes en la década de 1970.
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En X-Men: Days of Future Past, Bryan Singer nos invita a saltar en el tiempo, a 1973. Los X-Men envían a Wolverine (Hugh Jackman) al pasado, en un intento desesperado de cambiar la historia por completo y prevenir un evento que tiene como resultado la perdición tanto de humanos como mutantes.
En el pasado, el personaje clave es Raven Darkhölme (Jennifer Lawrence), quien tras el asesinato del Dr. Bolivar Trask, se convierte en Mystique, como la conocemos en las primeras entregas. En esta ocasión, nos vamos a detener precisamente en este gran personaje, en quien se centra la trama de los días del futuro pasado — no es que esté obsesionada con Lawrence, resulta que ha protagonizado películas con una producción impecable —.
Para lograr este salto temporal a los setentas, Singer hizo equipo con la diseñadora Louise Mingenbach — repitiendo el equipo de X-Men (2000) y X-Men 2 (2003) —. Quienes hayan visto la película no me dejarán mentir, el trabajo de ambientación es magnifico y se cuida hasta el más mínimo detalle, al recrear París y Estados Unidos de aquella época; desde los personajes principales, hasta los extras, todos con vestuario hecho a la medida.
En el caso de Raven, para apoyar la interpretación de Lawrence, se le dio un vestuario que fluctúo desde femme fatale hasta la chica promedio de la época donde existían movimientos sociales importantes — además de los temas mutantes —. Vale la pena destacar que el salto temporal entre X-Men: First Class (2011) y Days of Future Past es de 10 años, en teoría tendría que ver mayor… pero Mystique.
En concreto me quiero detener en esta escena, en el aeropuerto de París, donde Raven tendría que pasar desapercibida para salir del país y continuar con su plan.
Lawrence viste un look relajado, totalmente veraniego y setentero: una blusa floreada midriff manga larga, pantalón acampanado de mezclilla, cabello suelto como seco al natural, zapatos en plataforma y un saco largo. Como complemento unos aretes grandes, plateados, étnicos, una bolsa cruzada con flequillos y un sombrero con detalles metálicos. El maquillaje muy natural y sutil. Grita ese amor y paz que se buscaba en la época.