Moda y Belleza

De mirrreyes y metrosexuales

¿Qué opinas de los hombres que se depilan o que utilizan muchos productos de belleza?

El fin de semana pasado me regalé algo que hace mucho no hacía: Tiempo para ver películas y documentales que tenía pendientes. Y uno de esos documentales fue Mansome’del director Morgan Spurlock y que se estrenó en cines en los Estados Unidos en mayo pasado.

La premisa del documental recae sobre qué tan difícil es ser hombre, en el concepto más burdo de la palabra, en nuestros días; cuando la presión por verse bien y los tratamientos de belleza masculinos son cada vez más aceptados. Sí, viene a la mente rápidamente el concepto de ‘metrosexual’ (según Wikipedia, un hombre que siente una gran preocupación por su imagen y se caracteriza por gastar mucho dinero en cosméticos y ropa, además de tener un estilo de vida y rituales normalmente asociados con el estereotipo homosexual), pero va mucho más allá de eso.

Mi intención no es hacer una reseña del documental (aunque sí se los recomiendo), sino compartirles un poco de lo confundida que me deja todo este tema.

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Recuerdo que antes, avisarle a tu novio que ibas a pasar todo el día en el salón de belleza era motivo, si no de burla, para hacer referencia a lo ‘difícil’ que es la vida de mujer porque (aymivida) nos van a depilar las piernas y las cejas. Ahora, incluso, escucho que las parejas van juntas al salón/spa y reciben casi los mismos tratamientos.

No tiene nada de malo, supongo, hacerse un manicure o un pedicure de vez en cuando, tener el cabello y la barba bien cuidados… pero, ¿hasta dónde nos permite tolerar nuestra idea de lo que un macho debe ser lo que un hombre puede hacer?

Ah, qué fuerte escribir esas palabras. Pero déjenme les explico un poco más a qué me refiero:

¿Saldrían con un hombre que se depila las cejas? La respuesta de muchas será “no”. Y, ¿por qué? Porque nos han enseñado que el vello es símbolo de virilidad. Sin embargo, ¿esto nos da derecho a condenar que algún hombre quiera depilárselas si no le gustan? A nosotras nadie nos dice nada cuando nos cambiamos de color el cabello, nos ponemos uñas postizas o nos hacemos brujería y media para vernos diferentes ¿Por qué tendría que ser diferente para ellos?

Pero lo es. Y ahí es cuando hay que pensar si el hecho de que no nos guste algo es aprendido o por decisión propia.

Yo sé que no me gustaría andar con alguien que se depile el pelo en pecho; no porque me encante, sino porque no me gusta la sensación de vello creciendo… áspera. Creo que los torsos deben ser suaves al tacto, independientemente de si tienen vello o no.

Y sin embargo, la moda de los mirrreyes (la tribu urbana más incomprendida, después de los tribales) en México ha hecho que el pecho al descubierto (preferentemente depilado y con una cadenita brillando en medio) se vuelva algo altamente deseable (o indeseable, depende a quién le pregunten):

Y le podemos dar las gracias echarles la culpa a Luis Miguel y a Alejandro Fernández por esta tendencia.

La cosa es que esto está pasando: Cada vez más hombres sienten menos pena (¡aunque no deberían sentir pena alguna!) de confesar que sí, cuidan su alimentación, hacen citas para ir al spa y camas de bronceado y que se hacen una manita de gato más seguido que nunca, alejándose cada vez más del estereotipo de macho huevón que solo practica el levantamiento de tarro y cuyo aroma favorito es el Siete Machos. 

La pregunta que tengo para ustedes es, pues, si consideran que esto es bueno o malo y qué tan atractivo puede ser saber que un hombre usa más cremas faciales que tú.

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