No es que Ashley Judd sea especialmente importante, ni la representante o voz de todas las mujeres, pero podemos decir que hace bien su trabajo y que, como buena actriz de Hollywood, cuida su imagen tal vez un poco más que una mujer promedio de su edad.
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Fuera de eso, no hay mucho más que decir. Es una actriz que la mayoría del tiempo no aparece en titulares de periódicos ni genera encabezados amarillistas en los tabloides, pero por alguna razón, alguien estuvo prestando mucha atención a su aspecto últimamente y decidió que se ve demasiado hinchada. Esta es la foto que comenzó todo el alboroto:

Y sí, es verdad que se ve un poco más hinchada, pero tampoco es algo dramático. Y al fin y al cabo, ¿qué importa?
Eso mismo cree Ashley, quien le respondió a todos los que han opinado sobre su aspecto (‘se inyectó demasiado botox’, ‘abusó del pastel de chocolate’, ‘un caso más de cirugía plástica del terror’, etc…) con una declaración que vale la pena reflexionar.
“El tema de los cuerpos de las mujeres ocurre alrededor de nosotros, para definirnos y controlarnos. El tema está todo el tiempo en todas partes, de manera pública o privada. Nos describen y detallan, analizan nuestros rostros y cuerpos aparte, y determinan nuestro valor reduciéndolo a una simple objetificación física . Nuestras voces, nuestra personalidad, nuestro potencial y nuestros logros son regularmente minimizados y silenciados.”
Reconoce que como actriz, está consciente de que los medios están aún más pendientes de cómo debería verse una mujer, porque ella misma también es víctima de las críticas, pero que en lo personal prefiere no leer las cosas que se escriben sobre ella para librarse de ese peso innecesario.
Con respecto a las declaraciones crueles sobre su aspecto hinchado, aclaró que aunque no tenga la necesidad de explicar, eligió “hacerles frente, porque siento que el manejo fue deliberadamente desagradable y misógino y encarna lo que todas las niñas y mujeres en nuestra cultura, a un mayor o menor grado, sufren todos los días, tanto en formas extravagantes como sutiles. El asalto a nuestra imagen corporal, la hipersexualización de las niñas y mujeres y la consiguiente degradación de la sexualidad a medida que caminamos a través de las décadas, y la objetivación incesante general es lo que está detrás de las declaraciones sobre el aspecto de mi cara.”
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Explicó que su cara, evidentemente, no es la misma que tenía en 1998; que si una mujer de 43 años tiene una piel bonita o pocas arrugas nunca es por tener cuidado, sino por todas las cirugías y trabajitos que seguramente se ha hecho -al menos, según los medios de comunicación. Que cuando ha subido de peso, por no hacer ejercicio o descuidar su dieta, le han sugerido que se apriete el cinturón porque sino su esposo va a buscar a otra mujer más en forma.
También aclaró que su aspecto hinchado se debe a que ha estado tomando esteroides porque está enferma y que considera una intrusión el tipo de especulaciones que se hacen, porque invaden su privacidad. Aunque, a mi gusto, no tendría por qué haber aclarado esto.
Pero la lección es que ella aprovechó la ocasión para decir todo lo que opina sobre la presión que los medios y la sociedad pone sobre los hombros de las mujeres, al exigirles la perfección todo el tiempo – pero, aparentemente, tendría que ser por obra de magia ya que todas las mujeres que recurren a diferentes métodos para alcanzar esos estándares son satanizadas sin piedad.
Entonces ¿Qué podemos hacer las mujeres? ¿De qué manera podemos parar este círculo vicioso de exigir lo imposible y de dejar que la sociedad nos reduzca a un par de senos perfectos?