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La cosa es así: cada vez que hablo de pezones, pechugas, traseros o cualquier parte del cuerpo expuesta y reclamo contra ello, me dicen que soy cartucha.
Ahora, les contaré del pezón expuesto por Jennifer López. La actriz, cantante, perfumista, productora y ya quién más sabe, se puso un vestido Lanvin, que aunque tenía la marca estampada como si fueran flores cual atuendo de promotora sin desmerecer al rubro, no era para nada feo.
El corte es de esos envolventes, que toda mujer sabe que si no se afirma bien y no se pone al menos un alfiler de gancho (imperdible), y un sostén que sostenga, si se echa para adelante, la pechuga se sale. En serio.

¿Acaso me carga porque soy una cartucha sin remedio? NOOOO. Me carga porque lo encuentro ENFERMO DE ORDINARIO. No me molestan en absoluto las desnudeces; ¿Spencer Tunik quiere sacar fotos en Santiago? Que las saque. ¿Se quiere broncear sin quedarse marcado con el traje de baño? Vaya a una playa nudista. ¿Quiere protestar por la prostitución en Ucrania? Haga como las cabras de Femmen y sáquese la polera. ¿Desnudo artístico? Sea como María Gracia y sáquese fotos bien sacadas y lindas. ¿Quiere circular en pelota por el patio de su casa? Circule.
No me molestan los desnudos, mientras sean sinceros. Cuando las personas libremente se quitan la ropa, ¡mis aplausos!. Pero esto de andar dándoselas de accidentada por la vida mientas muestra el choricuaco o el pezón, por puro llamar la atención, pero haciendo como que uy, fue sin querer, no pues. Menos si lo hace en el vestido más ostentosamente ordinario que puede existir. Si hubiera salido vestida con billetes, salía más piola. Al menos cuando se le saliera uno, alguien ganaría plata con ello.