Maternidad

5 razones por las que no debes hablar con tu hija sobre su cuerpo

No hables sobre el cuerpo de otras mujeres frente a ella

La forma en que hablamos con las niñas sobre sus cuerpos, y también sobre el nuestro, define en gran parte cómo ellas vivirán la experiencia de saberse en un cuerpo propio. En un mundo donde las mujeres vivimos bombardeadas por mensajes que nos incitan a ser más delgadas y más blancas, con la piel perfecta y sin rastro de vello corporal, ayudar a las niñas a sentirse cómodas y felices tal y como son es de vital importancia.

Mis hijas están en una edad en la que empiezan a captar esos mensajes. Depende de mí y de las personas que las rodean recordarles que son perfectas tal y como son, que los cuerpos son variados y todos merecen respeto y amor.

No hables con tu hija sobre su cuerpo, salvo para enseñarle cómo funciona. No hables con tu hija sobre su cuerpo. No le digas nada si ha perdido peso. No le digas nada si ha subido de peso. Si crees que el cuerpo de tu hija se ve genial, no lo digas. He aquí algunas cosas que puedes decirle en su lugar:

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“¡Te ves muy saludable!”, es una muy buena opción. ¿O qué tal: “Te ves muy fuerte”? O: “Se nota que eres feliz: brillas”. Mejor aún: halaga algo en ella que no tenga nada que ver con su cuerpo. Tampoco hagas comentarios sobre el cuerpo de otras mujeres. No. Ni uno solo; ni positivo ni negativo. Enséñale a ser amable con los otros, pero también a ser amable consigo misma.

No te atrevas a hablar sobre cuánto odias tu cuerpo frente a tu hija, o a hablar sobre tu nueva dieta. Mejor aún, no hagas dieta frente a tu hija. Compra comida saludable. Prepara comidas saludables. Pero, no digas “por ahora no estoy comiendo carbohidratos”. Tu hija no debe de pensar que los carbohidratos son malos, porque sentir vergüenza por lo que comes solo se traduce en sentir vergüenza de ti misma.

Ayuda a tu hija a amar el fútbol, a remar o el hockey, porque los deportes hacen de ella una mejor líder y una mujer más segura de sí misma. Explícale que no importa qué edad tenga, nunca dejará de necesitar saber jugar bien en equipo. Nunca le hagas jugar o practicar un deporte que no adore por completo.

Demuéstrale que las mujeres no necesitan de un hombre para mover muebles. Enséñale a cocinar. Herédale la receta de tu mamá de ese pastel de café de Navidad. Herédale tu amor por pasar tiempo al aire libre.

Quizá tú y tu hija tengan muslos gruesos o una caja torácica ancha. Es fácil odiar estas partes del cuerpo tan lejos de la talla cero. No lo hagas. Dile a tu hija que, si quiere, con sus piernas puede correr un maratón, y que su tórax no es otra cosa que un buen estuche para cargar unos pulmones fuertes. Puede gritar, puede cantar y puede levantar el mundo, si quiere.

Recuérdale a tu hija que lo mejor que puede hacer con su cuerpo es usarlo para mover su hermosa alma.

Si quieres más información sobre crianza, visita el sitio Naran Xadul.

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