Para muchas es una opción saludable y válida, mientras que a otras les resulta repulsivo. Comer la placenta después del parto o llamado “placentofagia” ha sido seguida por varias celebridades, lo cual lo ha posicionado como un tema de moda y foco de diversas discusión sobre sus reales beneficios.
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Esta práctica que tomó fuerza en la década de los setenta por la revolución hippie y las demandas de los movimientos feministas, es más que una tendencia que ha vuelto.

El consumo de la placenta se ha hecho en diversas culturas, por lo menos desde el año 1500, principalmente en la antigua China en donde se mezclaba con la leche humana como un antídoto para el agotamiento.
Si bien es una conducta propia de los mamíferos para alejar a sus depredadores, lo cierto es que el parto asistido y la tecnología ha vuelto innecesaria esta práctica que, según las mujeres que la han probado, permite recuperar las energías tras las labores del parto.
My experience eating my placenta is up on my app! https://t.co/0aC3YXxIgv pic.twitter.com/xcCEtVCvzb
— Kim Kardashian West (@KimKardashian) 14 de diciembre de 2015
Las hermanas Kardashian, Jennifer López y Alicia Silverstone son sólo algunas de las personalidades que han consumido a través de batidos – toda la placenta o sólo una porción – y en pastillas.
De hecho, Silverstone – quien es vegana – no tuvo mayores complicaciones en publicar recetas luego de dar a luz a su primer hijo. Pero ¿Hay beneficios en esta práctica que ya se ha convertido en tendencia?
Las invitamos a revisar los argumentos a favor y en contra para que pueda tomar la mejor decisión.
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Energía y antidepresivo
Primero que todo hay que destacar que la placenta – que en latín quiere decir “torta circular” – es un órgano que entre otras tareas, funciona como filtro para absorber y proteger el desarrollo del feto de toxinas y contaminantes, además de remover los desechos de la sangre del bebé.
Por otra parte, este órgano produce hormonas que contribuyen a iniciar el parto y el nacimiento. A esto se suma diversos nutrientes, como hierro y vitaminas, los que serían ideales una recuperación óptima tras el parto.
Además, comer placenta ofrece – supuestamente – otros beneficios que son importantes para la madre, ya que previene la depresión postparto, reduce el dolor y la hemorragia postparto, aumenta la producción de leche materna y mejora la vinculación madre e hijo.
Sin embargo, no todos están de acuerdo con estos supuestos beneficios.
Estudios no son concluyentes

El Centro Northwestern de Medicina de Chicago realizó una revisión de diez publicaciones recientes de estudios sobre placentofagia y en ellos no encontró ningún dato que apoye la idea de estos beneficios.
Además, lo especialistas indican que tampoco hay estudios que examinen los potenciales riesgos de la ingestión de placenta, un órgano que funciona precisamente como una especie de filtro que absorbe y protege el desarrollo del feto de toxinas y contaminantes.
Crystal Clark, psiquiatra y profesora de asistencia reproductiva de la casa de estudios, indicó que se sorprendió cuando una paciente le preguntó sobre los efectos de las pastillas de placenta para tratar la depresión postparto. Fue así como empezó su investigación en el tema:
Yo había empezado a tener más pacientes postparto y embarazadas que preguntaban si las cápsulas de placenta interferirían con los antidepresivos que estaban tomand para la depresión postparto (…) Existe gran cantidad de informes subjetivos de mujeres que han percibido beneficios, pero no hay ninguna investigación sistemática sobre los beneficios o riesgos de ingerir la placenta.
Durante el tiempo en que el consumo de la placenta se ha practicado, los científicos encontraron solo 10 estudios que examinaron la placentofagia, publicados entre 1950 y 2014 que podrían ayudar a responder a sus preguntas.
Sin bien no encontraron ningún análisis que avale la practica, hay una evidencia que proviene de una serie de experimentos en ratas de laboratorio que se alimentan de sus placentas inmediatamente después de dar a luz y, según las conclusiones, parecían tener menos dolor. Así lo confirmó Clark en la publicación Archives of Women’s Mental Health:
Nuestra sensación es que las mujeres que optan por la placentofagia, que pueden ser muy cuidadosas con lo que ponen en su cuerpo durante el embarazo y la lactancia, están dispuestas a ingerir algo sin que haya evidencias sobre sus beneficios y, lo que es más importante, sobre los riesgos potenciales para ellas y sus bebés.
Además advirtió de que “no hay normas sobre cómo se deben almacenar o preparar las placentas y la dosis es contradictorio por lo que, en realidad, las mujeres no saben lo que están ingiriendo”.
Lo importante es tomar este tipo de decisiones con apoyo de profesionales médicos, más allá de las últimas tendencias de celebridades y actrices que han pasado por este proceso.