
Mucho se ha debatido últimamente en Chile sobre la adopción de niños por parte de parejas o personas solas homosexuales. Quienes están a favor, dicen que en primer lugar, los niños huérfanos o abandonados, se verían en una situación mucho mejor; tendrían un apoyo económico, educación, hogar y lo más importante para el desarrollo de un niño: amor. Para los homosexuales que adopten, sería una gran experiencia para poder entregar su cariño de padres y así, se evitaría o reducirían los altos costos y procedimientos a los que se someten de todos modos (consiguiendo donantes de semen u óvulos o vientres sustitutos) para lograr ser padres.
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Los que se oponen, argumentan que las parejas homosexuales de una forma u otra podrían “traspasar” su homosexualidad o un modo diferente de ver la vida a sus hijos. En palabras simples, que no estarían aptos para educarlos “como corresponde” en una “familia bien constituida”.
Dejando de lado si tienen o no tienen razón (este no será el punto de este artículo) me parece comiquísimo este argumento.
¿Es menos apto un homosexual por el sólo hecho de serlo para educar a un niño, que miles de padres abandonadores, ausentes, alcohólicos, drogadictos, violentos, abusadores, y flojos que abundan antes de ser detectados por las autoridades?
Está bien que las adopciones sean un proceso riguroso y ordenado; por más pobre o abandonado que esté un niño, uno de sus derechos es crecer con su familia; la adopción es algo muy lindo pero tampoco es como que sea llegar y recoger a un niño. No son plantas ni mascotas. Dejemos eso en claro. Está bien que se estudie, evalúe y revise a quienes pretenden adoptar a un niño que no ha tenido una vida fácil.
El fotógrafo Jordi Castell, reconocido homosexual, twittea: “Quiero una hija adoptiva para que tenga abuelos, tíos, primos, colegio y futuro. Pero el SENAME prefiere tenerla en sus orfanatos”
Y eso me puso a pensar. Los opositores a la adopción de niños por parte de homosexuales, dicen que estos le van a “pegar” la homosexualidad a su hijo, que el homosexual abusará de ellos pues el sólo hecho de ser homosexual lo vuelve depravado y/o degenerado, y que con esas “falencias” morales, difícilmente podrá cuidar bien a un niño.
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Así que decidí entrevistar a la psicóloga Marisol Sagredo,psicóloga clínica especialista en focusing, del Instituto Focusing de Nueva York, hablante de lengua de señas y grafopanalista del centro psicológico Edupsiqué.
-Entendiendo que niños y niñas tienen ciertas necesidades ¿En qué se diferencia la parentalidad de un niño con la parentalidad de una niña?
En primer lugar es importante decir que los “padres suficientemente buenos” deben mezclar características de ternura, firmeza, afecto y razón con todos los niños, sea cual sea su sexo. Ser padres de niños que crezcan de manera sana debe facilitar que los pequeños pasen exitosamente por las etapas de desarrollo aprendiendo a desarrollar confianza, autonomía, tener iniciativa propia, ser laboriosos y definir una identidad propia. Niños y niñas deben pasar por estas etapas y cada uno de ellos lo realiza de acuerdo a sus características temperamentales y caracteriológicas. Por lo que a grandes rasgos no se pueden definir diferencias en la educación de los niños tan marcadas solo por su sexo. Si cada padre conoce a su hijo/a no tendrá necesidad de seguir un “manual” que lo haga educar mejor a su hijo o hija.
– ¿Cuáles pueden ser las diferencias de parentalidad de una pareja homosexual versus una pareja heterosexual? (Una pareja homosexual de hombres y una pareja homosexual de mujeres)
La primera gran diferencia es en lo que tiene que ver con roles: En la sociedad actual se aplican diferentes roles a cada miembro de la familia: Por lo general el padre es quien pone las normas y las reglas y da todo el espectro masculino de liderazgo y proveedor y la madre es quien contiene, empatiza, educa y alimenta. De ambos roles los pequeños sacan referentes de identidad, comportamiento y admiración. En principio querrán parecerse al padre del mismo sexo y, por lo general en la adolescencia, pasaran una etapa de crítica del mismo pensando en como podrían mejorar y resolver las problemáticas vividas de manera personal. En el caso de padres del mismo sexo se podría pensar que sería más difícil para los menores crear una imagen de madre y padre como comúnmente la conocemos y por tanto podría influir en su autodeterminación y forjamiento de la identidad. Aun así no existen investigaciones de importancia que confirmen esta teoría puesto que solo hace pocos años se ha permitido la adopción de niños en algunos países por lo que son pocos los que han cumplido la mayoría de edad y ya se encuentran con una identidad mas menos definitiva.
-Uniendo las dos preguntas, ¿En qué diferiría la paternalidad de una pareja homosexual para con una niña de para con un niño?
En ambos casos es igualmente complejo porque en el caso de una niña que cuente con dos patrones masculinos carecerá de uno femenino. Una pareja de mujeres criando a un varón pasara la misma problemática pero careciendo de la imagen masculina. Y aun cuando muchos digan que ese rol lo puede mostrar otro pariente cercano no será lo mismo puesto que el menor en su infancia bombardeada por los medios y estereotipos sociales tendera a ordenar cognitivamente a uno de sus padres con el rol de padre y el otro de madre. Puesto que los padres realizan la mayoría de las dinámicas típicas de una familia corriente.
– ¿Qué se les puede decir a aquellas personas que no están de acuerdo con la adopción de niños por parte de parejas o personas homosexuales y que argumentan que estos padres adoptivos podrían “pegarle” la homosexualidad a sus hijos o aún abusar de ellos?
Es importante aclarar que pedofilia y homosexualidad no son sinónimos ni tampoco tienen una relación directa de ningún tipo. Una persona pedofílica gusta de abusar a menores sin importar su sexo por lo que no debe relacionarse por ningún motivo ambos elementos. Por otro lado hay que recalcar que la homosexualidad no “se pega”. Una persona que es homosexual ha definido en su identidad su atracción por personas del mismo sexo, su propia representación en el sexo contrario al que biológicamente posee o ambas opciones en conjunto. La homosexualidad no es una enfermedad ni se puede curar o se contagiarse. Es una manera de definirse y relacionarse con los demás de manera diferente.
Por tanto, el pensar linealmente que una persona homosexual podría abusar de un niño (que además identificará como su hijo) es una imagen errada de la realidad sin una base científica sólida que la avale.
Me gustaría subrayar la importancia de entender que existen familias típicas y atípicas, pero que no van estrictamente relacionadas con sano o insano. Si la familia cuenta con valores, confianza y una buen disposición a la enseñanza y discusión de temas propios de la formación de la identidad será más fácil forjarse una identidad sana”.