Un hito sin precedentes ha sacudido el mundo de la reproducción asistida, comparable en controversia al enigma del 3I/ATLAS, pero esta vez, en la biología. Científicos de Estados Unidos, China y Corea han logrado un paso que podría redefinir la infertilidad: producir óvulos potencialmente fecundables a partir de simples células de la piel humana.
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El estudio, publicado en la prestigiosa revista Nature, describe cómo se superó el mayor obstáculo biológico: lograron que las células somáticas (que contienen 46 cromosomas) redujeran su material genético a la mitad, un proceso crítico conocido como mitomeiosis.

Este logro significa que, teóricamente, ya no es necesario que una mujer produzca óvulos maduros. Solo haría falta una célula de la piel para que una pareja con problemas de fertilidad pueda tener hijos con su propia carga genética. Sin embargo, detrás de este potencial revolucionario se esconde una serie de advertencias científicas y éticas.
El semáforo de riesgo: Anomalías, clonación y la década faltante
A pesar del hito de laboratorio, la comunidad científica insiste en que la aplicación clínica de esta técnica está a un futuro distante, y por una buena razón: la seguridad genética sigue siendo la principal barrera.
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La cuestión de la seguridad genética
El rendimiento del proceso fue notablemente bajo. De los óvulos generados y fecundados, solo un porcentaje cercano al 9% progresó a la fase de blastocisto, que es el momento en que un embrión sería transferido al útero en un proceso de Fecundación in vitro.
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Los científicos detuvieron el experimento en este punto porque los embriones presentaban anomalías cromosómicas (Cadena SER).
El fantasma de la clonación humana
La controversia ética se centra en la metodología. El proceso utilizado guarda similitudes con la técnica que dio vida a la oveja Dolly. Expertos han advertido que el experimento, aunque no buscaba este fin, produce un óvulo cuya carga genética no se mezcla aleatoriamente como ocurre en la reproducción natural.

Esto sugiere que el resultado es, en esencia, una forma de clonación, abriendo un debate sobre la posible transferencia de sesgos genéticos o riesgos desconocidos a los futuros niños.
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Cronograma: Al menos diez años
Investigadores, como Nuria Martí Gutiérrez (citada por Agencia SINC), concluyen que se necesitan al menos diez años de estudios preclínicos rigurosos para garantizar la seguridad y funcionalidad genética completa antes de que esta técnica pueda ser considerada para su aplicación terapéutica en humanos.

Por ahora, el avance es un triunfo de la ciencia básica, pero permanece en la antesala de la medicina clínica.