La mística búlgara Baba Vanga (1911‑1996) predijo que en 2025 aparecería una luz misteriosa en el cielo durante un evento deportivo de amplio alcance, fenómeno que marcaría el primer contacto humano con vida extraterrestre.
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Aunque no se conoce la fecha exacta en que formuló esa profecía, sus seguidores interpretan que fue divulgada a través de transmisiones indirectas y registros orales décadas atrás
¿A qué podría referirse esa “luz” en el cielo?
Interpretación ufológica y escéptica
- Muchos especulan que la luz podría ser un fenómeno OVNI o evidencia de un encuentro con seres no terrestres, posiblemente transmitido en tiempo real durante un campeonato como Wimbledon, Fórmula 1 o el Mundial.
- Otros creen que puede simbolizar un evento astronómico llamativo, como la supernova T Coronae Borealis, que podría brillar visiblemente por unos días.
Alternativas científicas y tecnológicas
¿Qué otros eventos vislumbró Baba Vanga para 2025?
- Con el reciente reconocimiento de avistamientos por parte del gobierno de EE. UU. y el lanzamiento de nuevos telescopios, se baraja que la luz se relacione con misiones espaciales, cielos nocturnos alterados o divulgaciones oficiales sobre vida extraterrestre
Según múltiples fuentes, Baba Vanga también anticipó en 2025:
- El inicio de una crisis geopolítica severa o guerra en Europa,
- Fenómenos meteorológicos extremos, incluyendo terremotos y tsunamis,
- Avances en telepatía, órganos cultivados en laboratorio e innovaciones médicas revolucionarias.
La coincidencia de algunos eventos reales en 2025, como el terremoto de magnitud 8.8 en Kamchatka (julio), reavivó el interés mundial por sus profecías
¿Deberíamos tomar esta predicción en serio?
Las profecías de Baba Vanga han sido objeto de debate:
- Quienes creen apuntan a su aparente precisión histórica y al aumento del interés colectivo por extraterrestres y secretos gubernamentales.
- Los escépticos subrayan que su legado se basa en relatos orales y que las interpretaciones pueden ser anacrónicas o simbólicas, sin base verificable ni consenso científico