Con una paleta de color nostálgico, Krysia González invita a su público a contemplar sus obras de arte que permiten no solo conocer los paisajes a través de sus ojos, también regresar a momentos que muestran una ciudad que detenida en el tiempo nunca dormirá y para algunos, traerá los recuerdos de lo que un día fue.
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El arte puede mover hasta las fibras más sensibles de sus amantes, a través de escenarios imaginarios y diversos de aquellos que capturan la realidad a su manera, pero también puede detener el tiempo, guardando un momento que se extenderá en años, reavivando recuerdos, transportando al más melancólico y explorando las profundidades de las emociones de aquellos que se creían impasibles.
Justo en ese lugar es donde la magia sucede, Krysia González, quien, con su enorme sonrisa y un mechón de cabello azulado, logra capturar el contexto de la ciudad que la vio nacer, la Ciudad de México, a través de una paleta de color que se complementa perfectamente con el tono que pende de su frente, un alma joven creativa que ha logrado exponer 34 obras hace un año en uno de los lugares más emblemáticos como la Academia de San Carlos.
“La transformación de la ciudad, también me inspira a hacer paisajes que, pues, son desenfocados, hay improntas, desenfoques y básicamente es como la inspiración principal y como empecé a pintar paisaje”.
Además, la egresada de la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional Autónoma de México, ha expuesto su arte en el Museo Europeo de Arte Moderno (MEAM), convirtiéndose en una de las pintoras mexicanas más destacadas, uniendo los dos mundos que fueron parte de su vida, Ensenada y Ciudad de México.
“Soy citadina, soy de la Ciudad de México y pues la primera cosa que me inspiró pintar la ciudad fue cuando no estuve en la ciudad. Una vez que ves que encontraste el lugar donde, pues, regresas y lo ves con otros ojos. Entonces, después de un viaje que hice a Ensenada, regresé a pintar paisaje urbano y pues bueno, es lo que me ha motivado a hacer toda esta serie de paisajes”, explicó Krysia González.
Existe una dualidad en sus obras, que van desde la voracidad de una de las ciudades más grandes del mundo, como la inmensidad del mar en su forma más enérgica, una gran marea que puede despertar hasta las emociones más escondidas de sus espectadores, y es que su arte, termina llevándote sobre una montaña rusa, que va desde el miedo, hasta el vértigo de caer en el vacío, y la melancolía de un instante que no volverá a repetirse.
“Esa tristeza, en realidad, también es una interpretación del contexto, yo creo social, en realidad no, o sea que cuando lo pintas, no, no necesariamente es que busques esa estética, pero sí para interpretar una ciudad así”.
En mundos monocromáticos, que se valen del uso de azules, que además es su color favorito, sumado a blancos, grises, e intensos, negros, Krysia González, captura con sus manos los momentos de las ciudades que es posible que jamás vuelvan a ser iguales, sin embargo, sus pinturas, logran ser un recuerdo y un déjà vu para las generaciones que hoy ven una realidad distinta.
“Esa paleta reducida, alude a la ciudad gris, a esta selva de asfalto en la que vivimos y ese constante movimiento de la ciudad que puede ser como un poco apabullante, ¿no? Porque nunca terminas de estar en los lugares, porque mientras estás en esos lugares se van transformando al mismo tiempo”.
Pero no todas sus pinturas poseen una esencia melancólica, algunas otras, son atemporales, y logran el mismo cometido, que aquellos que presencien su inmensidad queden impresionados ante ella y quizá, logre erizar el vello de los más sensibles, por esta razón, la artista plástica, mira el arte como una forma de compartir con los otros.
“Para mí el arte es todo, pero el arte, en realidad, pueden ser muchas, muchas cosas. ¿Pero hablando de una cuestión meramente emocional?, para mí es una forma de vida que a mí, en mi caso, me motiva y me impulsa a poder compartir también con los demás”.