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Tantrums en público; la pesadilla de toda mamá o papá

Y entonces, llega el momento de la verdad y te preguntas, ¿cómo manejas el tantrum de tu hijo/hija en público? No sé si le ha pasado a ustedes pero cuando lo experimenté, por vez primera con mi hija Milena, sentí los ojos de todos y todas encima de mí en ese preciso momento.

En este proceso de crianza son muchos los consejos de familiares y amigos sobre cómo disciplinar a tu hijo que llegan con buenas intenciones. Y luego están las opiniones de terceros que surgen sin ser solicitadas. Esas situaciones aprendes a manejarlas poco a poco, aunque en ese momento quisieras decirle lo que pasa por tu cabeza pero, no debes. Diplomacia 101. Recuerda que muchos consejos/opiniones vienen con buenas intenciones.

Y entonces, llega el momento de la verdad y te preguntas, ¿cómo manejas el tantrum de tu hijo/hija en público? No sé si le ha pasado a ustedes pero cuando lo experimenté, por vez primera con mi hija Milena, sentí los ojos de todos y todas encima de mí en ese preciso momento.

Voy a compartir lo que me pasó con Milena y cómo lo manejé. Mi experiencia como mamá primeriza. De seguro te sientes identificada.

Una tarde luego de buscar a Milena al cuido fui a una farmacia a buscar unos productos. Mi hija estaba tranquila y sonriente pero una vez en la farmacia esa sonrisa se desapareció de su rostro. De la nada, comenzó a gritar en el carrito de compras. Preocupada comencé a ver si algo le molestaba o si se había lastimado. Todo parecía estar bien. ¡ZOOM! Rápido las miradas de terceros comenzaron a penetrar hacia mi dirección. Incómodo por partida doble; una, por la niña que estaba probando su garganta y dos, las intensas miradas diciéndote: ¿qué le pasa a tu hija? ¿Por qué no haces nada para callarla?

¡No sabía qué hacer! Me entró la ansiedad porque era su primera perreta (tantrum) en público. Milena me ha retado, pero en casa.

¡Qué no intenté para calmarla! Desde “Milena tranquila”…hasta «qué te pasa cariño”. Le di la mirada fija y seria -que muchas veces me funciona- a ver si lograba resultados en mi objetivo, pero en esta ocasión, no rindió frutos. Al contrario, mi hija me desviaba la mirada. Ahí comenzaron las opiniones de terceros, no solicitadas. En fin, seguí mi instinto maternal y comencé a bloquear los comentarios de los espectadores. Respiré varias veces para inmediatamente acercarme a mi chiquita y acto seguido, la abracé. Al mismo tiempo, le decía al oído que mamá estaba allí para ella y que todo estaba bien. FUNCIONÓ. Ese día la lección fue para mí. Uno cree, que en el rol de mamá, viene solo a educar a sus hijos pero la realidad es que ellos nos enseñan tanto a nosotros. Es un proceso de aprendizaje para padre e hijo.

En mis tiempos de crianza, esa misma escena, se hubiera manejado con un regaño, un grito, un pellizco u otra reprimenda física. Y no estoy para pasar juicio sobre cómo se hacía antes, pero muchas cosas que hacían nuestros padres ya hoy no funcionan. Cada niño es un mundo y reacciona diferente. La respuesta de castigo podríamos sustituirla por un enfoque educativo.

Por lo que he leído, de diversos expertos, estos corajes o tantrums en nuestros infantes son una forma de comunicarse y buscan cómo captar la atención de mamá o papá. Hagamos un alto para tratar de entender qué busca nuestro hijo/a de comunicar o qué les irrita en ese momento.

¿Qué podemos hacer?

  1. No pierdas la paciencia. Mantén la calma aunque a veces quieras gritar. Gritarle a tu hijo no asegura que tu chiquito entienda y asimile lo que ocurre. Al contrario, imitarán tus acciones. Respira varias veces. Te aseguro que esta técnica te va a ayudar mucho para evitar decisiones impulsivas.
  2. Inicia un proceso de diálogo. Este paso conlleva paralizar lo que estabas haciendo antes de la perreta. El niño busca que lo reconozcas e inicies un diálogo o contacto afectivo hacia él o ella. No estoy diciendo que aplaudas su conducta sino que la atiendas.
  3. Redirige su conducta. Yo cometí el error al principio de utilizar la palabra “NO” para todo. Milena un día terminó emulándome. Un día, riéndose y con el dedo comenzó a decirme: “¡no, no!” Así que cambié la estrategia del “NO” y comencé a darle opciones de cosas para hacer o distraer su atención a otra actividad. Ahora le digo: Milena porque mejor no hacemos X o Y cosa y me ha funcionado.
  4. Reconoce cuando haga algo bien: Cuando Milena realiza una conducta que califico como una correcta, la celebro y le expreso que lo ha hecho bien. Percibo que le da mayor seguridad y la ayuda a asimilar cuando hace algo bien vs cuando no se comporta correctamente. Hasta ahora me va muy bien con esto.
  5. Time Out/tiempo de reflexión: les confieso que muy pocas veces me ha funcionado. La primera vez que mi esposo puso a Milena en time out pasé tremendo susto. Pusimos, a la chiquita de casa, en su silla de comer (high chair) pero mirando hacia la pared. Si pasaron dos minutos, fue mucho y ya Milena se había levantado de la silla y se había puesto a bailar. Saqué un grito del susto, por temor a que se cayera. Esa técnica de time out con la silla fue debut y despedida. El time out sí me ha funcionado cuando mi hija está tocando las gavetas de la cocina o de su cuarto y no logro desviar su atención, recurro al time out de la cuna. Un minuto a tres y luego la saco. Así Milena puede asociar que lo que hizo no debe repetirse. El time out no debería ser muy largo para que lo asocien con la conducta anterior que deseas corregir. Me ha funcionado hasta ahora.

 

Y ahora, ¿cuéntame qué te ha pasado a ti? Así compartimos experiencias y nos apoyamos. Puedes compartirla en mi página de Facebook: Diarios de la Teta.

 

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