Sin duda que este bonsái tiene muchas historias por contar. Fue plantado en 1625, tiene 391 años y aún sigue creciendo. Se encuentra en el National Arboretum en Washington luego de que fuera obsequiado a Estados Unidos por Masaru Yamaki en 1976.
De hecho, hasta ese momento había pertenecido a la familia Yamaki en Japón, los cuales fueron protagonistas y testigos junto a su árbol ornamental de uno de los hechos históricos más importantes y tristes del Siglo XX.
En 1945, la familia Yamaki vivía a poco más de tres kilómetros de donde explotó la bomba atómica lanzada por Estados Unidos sobre Hiroshima. Ellos lograron sobrevivir al igual que su bonsái pese a la terrible devastación que causó la muerte de cerca de 140 mil personas.
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Décadas después, el pino blanco fue donado al Estados Unidos con motivo del bicentenario del país norteamericano. Sin embargo, recién en el 2001, los nietos de Masaru Yamaki contaron la conexión que existía entre el bonsái y la trágica historia de Hiroshima.
“Fue un regalo de amistad y una conexión; la conexión de dos culturas…Es como tocar la historia”, afirma Kathleen Emerson-Del, encargada de los cuidados del árbol en National Arboretum.
Lo que también impresiona es que, pese a estar cercano a los 400 años, este bonsái aún continúa creciendo. ¿Cuántas otras increíbles historias tendrá para contar?