En gran parte de Sudamérica, especialmente en el Amazonas existen múltiples pueblos indígenas y tribales que día a día deben lidiar con el avance agresivo de mineras, forestales y ganaderas que contratan a sicarios para ocupar estos territorios.
Esta semana, un grupo de pistoleros contratados por terratenientes locales llegaron hasta una comunidad guaraní del estado de Mato Grosso do Sul, prendiendo fuego a varias casas, en un acto en represalia al intento de reocupación territorial realizado por los guaraníes.
De acuerdo a la legislación carioca y al derecho internacional, los guaraníes tienen derecho a su tierra ancestral, pero cuando se trata de proteger sus derechos el Estado es impune al dejar que sicarios contratados por ganaderas y forestales arrasen con estos pueblos.
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“La violencia es sistémica, y empeora por el hecho de que las fuerzas de seguridad brasileñas están, deliberadamente, quedándose al margen y permitiendo que se produzcan los ataques. Esta cultura de impunidad se está cobrando vidas y destruyendo a los guaraníes. Brasil necesita devolver a los guaraníes su tierra: es la única solución”, manifiesta Stephen Corry, director de la ONG Survival International.
Por su parte, la lideresa guaraní Valdelice Veron, hizo un llamado de auxilio a las autoridades. “Pedimos el apoyo de todos ustedes, por todo el mundo. Estamos aquí, en nuestra tierra indígena Takuará y no nos vamos a marchar”.
El pasado 13 de enero se cumplieron 13 años de la muerte de Marcos Veron, un líder indígena guaraní asesinado en esta misma comunidad de la mano de sicarios contratados por empresas con intereses en la zona. En cuanto a la seguridad proporcionada por parte del Estado, los guaraníes denuncian que las fuerzas de seguridad fronteriza, conocida por sus siglas DOF, proporcionan apoyo a los terratenientes.
Según señala el medio carioca, Adital, el Departamento de Operaciones de Frontera (DOF) venía haciendo ‘visitas’ ostensivas a la reocupación de los Guaraní y Kaiowá, que denuncian más acciones truculentas de los policías. “Tomaron las cosas de todo el mundo. Se llevaron ropa, comida, cataron todo lo que teníamos y se lo llevaron. Atacaron a las 10 horas de la noche”.