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Comida sana v/s chatarra: El verdadero costo para el bolsillo y la salud

Adoptar una alimentación saludable no es sinónimo de gastar más, sino que se trata de invertir en medidas que pueden garantizar tener una vida sin enfermedades ni preocupaciones.

Siempre cuando nos sentimos con algunos kilos extra o con un evidente sobrepeso, empezamos una dieta. Para realizar esto, además de la determinación y perseverancia, se realiza una lista con los alimentos que descartamos por completo, como las grasas y azúcar, y se consumen más alimentos considerados saludables, como verduras, frutas y granos.

Al poco tiempo, nos damos cuenta que comer saludable no es tan económicamente conveniente y se necesita más planificación a la virtual  hora de cocinar, por lo que la dieta suele quedar en el olvido, pasando nuevamente al consumo de alimentos altos en grasas, azúcar y que no son del todo saludable.

Pero, por otro lado, este tipo de alimentación pueden producir enfermedades que, a la larga, pasan la cuenta al bolsillo debido a las visitas médicas, exámenes o análisis, medicamentos, entre otros costos asociados.

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Por ejemplo, según cifras del Centro Médico especializado en el control del peso y enfermedades asociadas, Nutriclinical, una persona con hipertensión en promedio gasta cerca de $75.000 mensuales incluyendo consultas médicas, exámenes y medicamentos, esto sin considerar posibles gastos hospitalarios por crisis de hipertensivas ni intervenciones quirúrgicas por infartos. En tanto, una persona con diabetes gasta cerca de $60.000 mensualmente en controles médicos, medicamentos, equipos para control glicémico, entre otros.

Además, las cifras entregadas por la autoridad sanitaria en cuanto a la salud de los chilenos, son realmente preocupantes: cerca del 70 por ciento de la población de más de 15 años tiene algún grado de mal nutrición por sobrepeso u obesidad y más del 80% de la población es sedentaria, lo que convierte a Chile en el tercer país de la región con peor estilo de vida, justo después de Estados Unidos y México.

Entonces cabe preguntarse ¿Qué es lo más conveniente para la salud y el bolsillo? ¿La comida saludable o la comida chatarra?

Carolina Cruz, gerenta de Calidad & Desarrollo corporativo de la frutícola Dole, División Mercado Local, asegura que, en general, los chilenos no se alimentan de modo saludable, ya que consumen muy escasas porciones de pescado, frutas y verduras, además de un consumo excesivo de pan.

Las excusas siempre son que no hay tiempo, que no se puede comer sano y rápido, o que la comida sana es más cara, pero a través de distintos programas hemos comprobado que al comer sano hoy, estamos ahorrando mañana, nos sentimos mejor y logramos una mejor calidad de vida.

Por su parte, el último estudio de GFK Adimark, arroja resultados también preocupantes. Cuando se les pregunta a los encuestados qué entienden por alimentación saludable, lo relacionan con: 94 por ciento comer frutas, verduras, pescados, legumbres; 84 por ciento tener horarios establecidos para las comidas; 80 por ciento consumir lácteos; 74 por ciento comer de todo en porciones pequeñas; 42 por ciento poner restricciones; 38 por ciento comer sólo ensaladas; 27 por ciento estar en dieta continua; 18 por ciento comprar comida cara; 17 por ciento comida aburrida / desabrida; 11 por ciento pasar hambre y 10 por ciento estrés y “andar de mal humor”.

Sin embargo, estos datos se contraponen debido a que el mismo estudio indica que el 40 por ciento prioriza la calidad nutricional antes que el precio; y que al 40 por ciento le preocupan las enfermedades que pueda provocar el consumo de ciertos alimentos.

Antes estos datos, Carolina Cruz, indica que es primordial transmitir a la población que el cambio de hábitos no es complejo y que hoy el mercado ofrece alternativas para comer sano de una forma fácil y agradable.

Finalmente, Cruz hace un llamado para promover la educación nutricional, un aspecto de gran importancia en la lucha contra el sobrepeso y el sedentarismo:

Actualmente en los establecimientos educacionales en phone chat sex general no se enseña a los alumnos a leer e interpretar las etiquetas de los productos. Se requiere un cambio de mentalidad en el cual se comprenda que ‘los hábitos en el primer tramo de nuestra vida, determinan nuestra salud en el último tramo de ésta.

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