Cada vez que voy al supermercado y veo que algunas verduras en los estantes ya se están descomponiendo vuelve a mi cabeza la eterna pregunta, ¿qué harán con toda esta comida y por qué no se la pueden dar a otras personas antes de que termine enmohecida aquí? Eso sólo es en el súper en el que compro y que no está procesada, ahora imagina cuánta comida se desperdicia en el país y cuánta gente podría beneficiarse si evitáramos la pérdida.
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Se estima que en México las pérdidas en alimentos son de aproximadamente 100 mil millones de pesos. Con ese dinero se podría alimentar a cerca de 7.4 millones de personas durante un tiempo considerable. En el marco de la Cruzada Nacional contra el Hambre, el Senado de la República ha invitado a la federación para que a través del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia, Secretaría de Desarrollo Social y Secretaría de economía, a tomar acciones para que se aprovechen los alimentos aptos para el consumo humano que no sean vendidos.
Esta invitación busca materializarse a través de convenios entre la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados, la Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles y la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales. La Secretaría de Economía sería la encargada de implementar programas para mejorar la logística entre centrales de abastos y hacer eficiente el acopio de los alimentos.
Si se aplica la estrategia correcta, podría juntarse comida suficiente para proveer a cada familia necesitada una despensa semanal que incluya: 3.5 kg de papa, 2.6 kg de cebolla, 5 kg de jitomate, 7 kg de pollo, 3.6 kg de carne de cerdo y 4.2 kg de carne de res, durante un año en el mejor de los escenarios.
La necesidad de que las instancias gubernamentales se involucren es que los programas compensatorios no resuelven los problemas de alimentación de esa gran población que no tiene acceso a los alimentos. Eliminar el desperdicio es una de las principales acciones que se pueden tomar para acabar con el hambre.
