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Lunes Literatos:Jorge Teillier y su teoría de animales medium

Salgo de vacaciones y plaff! doy con este video del recuerdo (1995) donde Cristián Warnken entrevista al poeta chileno campesino y borracho Jorge Teillier, donde expone su relación con el campo y cómo sus mascotas lo han inspirado desde el más allá.

¡Así no se puede! Hoy es mi primer día de vacaciones después de un largo periodo incesante en Veo Verde, pero esta mañana mi reloj biológico me despertó bien puntual en la mañana, cuestión que aproveché para deleitarme con contenidos relacionados a una de mis pasiones: la literatura. Fue por esta razón que fundé los Lunes Literatos, en donde ya hemos revisado autores como Giovanni Papini y Charles Bukowski y su relación con la naturaleza.

Como les decía. En esta mañana me topé con un video de 1995 en donde el profesor de literatura y conocido columnista  Cristián Warnken entrevista al poeta chileno campesino y borracho Jorge Teillier, uno de mis favoritos, quien dijo antes de dejar el tercer planeta “Si alguna vez mi voz deja de escucharse piensen que el bosque habla por mí con su lenguaje de raíces”

En estos ocho minutos de conversación expone su primordial relación con el campo y cómo sus mascotas lo han inspirado desde el más allá. Así es, este entrañable escritor que desde la ruralidad eleva a las polillas, los árboles, la niñez, los pájaros y los distintos animalitos a la trascendencia de lo escrito, como él se define siendo “guardián del mito”, expone su teoría de que los animales, en este caso sus mascotas, son medium de los muertos por lo que le traen mensajes que le sirven para inspirar sus poemas.

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CUENTO SOBRE UNA RAMA DE MIRTO

Había una vez una muchacha
que amaba dormir el el lecho de un río.
Y sin temor paseaba por el bosque,
porque llevaba en la mano
una jaula con un grillo guardián.

Para esperarla yo me convertía
en la casa de madera de sus antepasados
alzada a orillas de un brumoso lago.
Las puertas y las ventanas siempre estaban abiertas
pero sólo nos visitaba su primo el Porquerizo
que nos traía de regalos
perezosos gatos
que a veces abrían sus ojos
para que viéramos pasar por sus pupilas
cortejos de bodas campesinas.
El sacerdote había muerto,
y todo ramo de mirto se marchitaba.

Teníamos tres hijas
descalzas y silenciosas como la belladona.
Todas las mañanas recogían helechos
y nos hablaron sólo para decirnos
que un jinete las llevaría
a ciudades cuyo nombre nunca conoceríamos.

Pero nos revelaron el conjuro
con el cual las abejas
sabrían que éramos sus amos
y el molino
nos daría trigo
sin permiso del viento.

Nosotros esperamos a nuestros hijos
crueles y fascinantes
como halcones en el puño del cazador.

 

Bueno, y ahora sí. ¡Nos vemos en febrero! 

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