El gin, destilado que nació primero con objetivos medicinales, tiene una larga historia. Elaborado en base a bayas de enebro, desde que fue creado en el siglo XVII por un químico holandés, su popularidad no siempre ha sido positiva. De hecho vivió su época de oro a comienzos del siglo XVIII en Inglaterra, cuando los precios del brandy francés subieron demasiado y se establecieron muchas pequeñas destilerías de gin en Londres. Su precio accesible y alta graduación alcohólica causó casi una “epidemia” de alcoholismo en la ciudad, estrago que se asoció al consumo de gin y que incluso quedó plasamado en obras de arte. Esto, mientras la cerveza era asociada a los obreros trabajadores.
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Debido a su “mala fama” se estableció el Acta del Gin en 1751, lo que obligó a los productores a vender el gin sólo a distribuidores autorizados legalmente y dejó a las tiendas de gin bajo la jurisdicción de las autoridades locales.Luego en el primer tercio del siglo XIX, los avances en los métodos de destilación permitieron producir licores o espirituosos más puros, sometiéndolos a un nueva destilación para hacer el “London Gin”, un estilo menos dulce, de mejor calidad. Este estilo de gin -hasta el día de hoy- no debe contener azúcar añadida, debe ser saborizado fundamentalmente con enebro y tener un mínimo de 37,5% de alcochol.
Junto con estos cambios en su calidad, el descubrimiento de que la quinina, uno de los ingredientes del agua tónica ayudaba a combatir la malaria, fue un impulso para la revitalización de la popularidad del gin. Los oficiales ingleses que vivián en las colonias africanas comenzaron a beber esta agua tónica con gin, creando el famoso cóctel de gin con tónica. Esto permitió reinsertar el gin en las altas esferas y con el aliciente que este trago combatía la malaria, fue aceptado por todo el mundo.
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Otra buena época para el gin, fue en la época donde floreció el jazz. Se empezó a utilizar para elaborar otros cócteles además del Gin con Tónica como el Martini Seco. Un acto notable fue cuando se abolió la prohibición de alcohol en Estados Unidos y el Presidente Roosevelt brindó con un martini, elaborado a base de gin, vermouth y un poco de salmuera de aceitunas. Este nuevo impulso hacia los cócteles trajo un nuevo desafío a los productores, el gusto frutal del enebro y la acidez de las semillas de cilantro no siempre van bien para un cóctel.
En la última década, el entusiasmo por el gin ha crecido tanto, que se ha llegado a decir que es el nuevo vodka, sobre todo por su pureza y potencial para la coctelería. Incluso en Inglaterra ha crecido el número de destilerías independientes, que ponen énfasis en métodos artesanales, dan clases para elaborar este destilado y prueban diferentes recetas.
Fuente: “Taste Test: Gin” (The Guardian)