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Desdoblamiento o viaje astral: la experiencia que muchos hemos tenido sin saberlo

El desdoblamiento que se produce entre el cuerpo físico y el etéreo es una de las vivencias más sobrecogedoras de la existencia del mundo espiritual.

 

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Imagen:Getty

Un mundo sutil permanece a nuestro lado, es el mundo de las energías vibratorias que animan y dan espíritu a los seres vivos y a la naturaleza. Todas las religiones consideran esta fuerza distinta a la de la materia física, que para los cristianos es el alma o ánima y forma parte de la energía divina. En todo caso, ese doble cuerpo es el que pertenece al mundo espiritual y permanece más allá de la muerte física.

 

Una de las experiencias que nos acerca a esa energía espiritual es la proyección astral, donde el cuerpo etéreo se desprende del cuerpo físico durante el estado del sueño, aunque para algunos que se han adiestrado en esta práctica, puedan realizarlo en estado de vigilia y manejar el curso de ese viaje a su antojo.

 

Sueños para viajar
Son los niños los que tienen más facilidad para penetrar en el mundo astral, pero a medida que su conciencia de la realidad externa aumenta, estos episodios van desapareciendo y se convierte en un vago recuerdo del pasado. Sin embargo, parece que estas experiencias podemos vivirlas comúnmente, aunque la mayor parte de las veces no les damos importancia, de tal manera que pasan inadvertidas.

 

Quién no ha experimentado la sensación de haber tenido un sueño muy vívido que queda en nuestra memoria de forma clara diferenciándose de la mayor parte de sueños, los cuales no recordamos cuando despertamos.

 

Experiencias menos comunes, pero no por eso imposibles, son las que algunos tienen durante el sueño. Como lo es la sensación de que nos separamos de nuestro cuerpo físico y podemos ver el mundo que nos rodea desde un plano superior, como si estuviéramos volando. Si al principio no se distingue del estado físico habitual, lo que sí resulta llamativo es el estado de bienestar que se experimenta mientras estamos inmersos en este viaje astral.

 

A veces, el objetivo de este viaje parece ser el de recibir un aviso o premonición sobre un asunto que nos concierne, otras es, simplemente, la constatación de que además de un cuerpo físico existe otro tipo de estado que desconoce los límites espacio temporales a los que estamos sujetos en esta vida.

 

Un trayecto sin límites
Además de la experiencia de la separación del espíritu del cuerpo en el estado de sueño, existe otra relatada por muchos que han traspasado el umbral de la muerte, pero han podido volver a la vida. Es otro aspecto de esta dualidad del que se habla menos, aunque no por ello es menos pretérito su origen.

 

Aquellas personas que se atreven a contarlo, dada la suspicacia que generalmente se genera al hablar de ello, coinciden en haber experimentado una serie de características comunes. Una de estas características es que tanto en estos estados obtenidos a través de la proyección astral o la de aquellos que han vuelto a la vida tras acercarse al umbral de la muerte, procuran a quien los experimenta una sensación de gran felicidad.

 

Confirmación científica
Dos científicos, los doctores Elizabeth Kubler Ross (psiquiatra suiza con ejercicio profesional en la Universidad de Chicago) y Raymon Moody (doctor en filosofía y médico psiquiatra), que han estudiado este mismo fenómeno por separado y han llegado a las mismas conclusiones, parecen apoyar las tesis de la existencia del desdoblamiento cuerpo-espíritu.

 

Ambos han utilizado para sus investigaciones los relatos de miles de pacientes que habían experimentado estados cercanos a la muerte, en los que se detallaban visiones que presenciaban y que llegaban a ser comunes en todos ellos, como la presencia de familiares o amigos ya fallecidos, de los que recibían ayuda para el momento final.

 

La particularidad de estos relatos es que, procediendo de personas de distintas clases sociales y con ideas religiosas muy dispares o ateos, las experiencias son muy similares. En su obra «Lo que vieron en el momento de la muerte», Elizabeth Kubler Ross recoge un meticuloso estudio de estas narraciones, y llega a la conclusión de que no son inventadas ni tienen nada que ver con alucinaciones.

 

En sus obras más conocidas «Vida después de la vida», «Reflexiones sobre Vida después de la vida», «Más allá, la luz», (obra que recoge los testimonios de cientos de niños que han sufrido esa experiencia de muerte clínica) y «Regresiones» (investigaciones sobre las vidas pasadas), Raymon Moody concluye que todos los testimonios obedecen a unos mismos principios y tienen un paralelismo semejante.

 

El túnel de la muerte
Los pacientes que experimentan estas experiencias suelen ver su cuerpo inerte en la cama o el quirófano, y escuchan y ven a allegados fallecidos. Tras esta primera desconexión del cuerpo físico comienzan a sentir que se elevan y atraviesan por un oscuro túnel, hasta llegar a un lugar lleno de luz, donde espíritus de familiares y amigos les están esperando. De la inmensa luz, un ser iluminado les invita a reflexionar sobre los actos de su vida, ayudándoles a discernir entre los actos positivos y los negativos.

 

Todos coinciden en manifestar que el estado en el que se hallan en este lugar es de indescriptible tranquilidad, sin embargo, es en ese momento cuando sienten que deben volver. Los acompañantes les recuerdan que aún tienen que cumplir su tarea.

 

En su libro «Vida después de la muerte», el doctor Raymond A. Moody expone la experiencia de varios casos producidos cuando ciertas personas habían estado al borde del abismo que separa la vida del más allá. Así, por ejemplo, se reseñan casos como el de un enfermo que mientras estaba siendo operado se «despegó» de su cuerpo y pudo ver desde fuera cómo le operaban. Al volver, recordaba, con toda exactitud, los comentarios de médicos y enfermeras. También se narra el caso de un hombre que, tras un accidente automovilístico, vio su cuerpo y cómo le introducían en la ambulancia.

 

Para Moody, el denominador común de todos estos casos, que a priori pueden parecer angustiosos, es la falta de sensaciones físicas. Al tratarse de una parte espiritual, no se siente ni dolor ni inquietud ni miedo, se observa la escena como quien ve una película o un cuadro, exento de cualquier emoción.

 

Podrá ser cierta o no la existencia de una parte espiritual en nosotros que nos proporciona, en el momento de dejar este mundo, el consuelo y la felicidad que no podemos hallar en éste, pero es seguro que la experiencia de una proyección astral puede convertirse en el mayor de los sueños de cualquier viajero.

 

Fuente: EFE

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