En Corea del Sur, al igual que en Vietnam, los perros son como las vacas en América. Son comestibles. Hay criaderos para la engorda pues son parte de la cultura culinaria de esta zona del mundo. Los perros por consiguiente, no tienen la misma valoración que la que nosotros les damos. Por lo tanto no es raro que no exista ningún cuestionamiento ético a la hora de hacer un lucrativo negocio con estos animales, y no me refiero precisamente a la industria de la carne, sino a la clonación.
Esta resurrección del ADN de algo que vivió, tiene varios riesgos antes de alcanzar el éxito, casi tantos como el creciente interés de propietarios de mascotas ya muertas, que quieren cueste lo que cueste, que vuelvan a la vida.
Es el caso de Danielle Tarantola y su perrita Trouble, quien pagó 50.000 dólares para que científicos de Corea del Sur clonaran su ADN, e hicieran nacer a este animal en el vientre de una madre sustituta. La proeza, que retrotrae la figura de Frankenstein, o a la de Lazaro, o algo más cruento aún valiéndose de George Romero en su saga “Los muertos Vivos”, fue bautizada como Double Trouble, y dio una inmensa felicidad a Tarantola, quien vio el nacimiento de este milagro de la ciencia vía Skype.
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La bioética se opone a esta técnica, ya que muchos embriones sufren de malformaciones por lo que no fructíferan y mueren con cierta regularidad.
¿Tú clonarías a alguna mascota querida? Quizás sería un error no hacerlo…
Fuente: Cloning Fido: South Korea’s Dog Cloning Industry Raises Ethical Red Flags (ABC News)