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Experiencia de ecoaldea en Rusia

En 2006 las autoridades del distrito Dzerzhinski en Kaluga cedieron 150 hectáreas a los habitantes de la ecoaldea. La viabilidad de estas Comunidades abre una esperanza legítima para todos.

Muchos coinciden que el mundo “civilizado” no da abasto. Ante esto, escapar de la modernidad no parece una opción tan utópica, entendiendo que el concepto “utopía” quiere decir: “Plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación”, según la Real Academia de Lengua Española.

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En este sentido, lo utópico se quiebra al momento en que se materializa y se lleva a la práctica lo que parece como idealizado e irrealizable. Las ecoaldeas representan un sistema alternativo que propone experiencias comunitarias de pequeña escala, que se presentan como una opción de vida viable, por lo tanto no es una utopía, aunque deba enfrentarse al inexorable progreso científico y tecnológico del mundo moderno o, por lo menos, eso creen los habitantes de una ecoaldea situada en la región de Kalúga (Rusia).

En la provincia de Kaluga, cerca del pueblo de Miliónki y de la reserva natural “Ugra”, a unos 220 km de Moscú, hay una ecoaldea.

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En 2006, las autoridades del distrito Dzerzhinski en Kaluga, cedieron a los habitantes de la ecoaldea 150 hectáreas, donde un par de familias han construido una historia comunitaria donde se usan placas solares en vez de electricidad, se toman infusiones en vez de café o té y se comen hortalizas al vapor en vez de un buen trozo de carne.

Cada familia dispone de una parcela de 1,5-2 hectáreas. Estas casas son propiedad compartida, es decir, nadie puede venderlas, pero sí se pueden heredar.

Si una familia se quiere instalar en la ecoaldea, debe pagar una contribución. Hace 5 años era de unos 40.000 rublos (1.300 dólares) y ahora alrededor de 200.000 rublos (6.700 dólares). Suma de dinero que no es para nada exagerada considerando las dimensiones de la parcela.

La edad promedio de los habitantes de la ecoaldea es de 30 y 35 años, todos tienen familia y la mayoría son profesionales con hasta dos títulos universitarios. Hay emigrantes de Kaluga, Moscú o Ekaterimburgo, e incluso hay una familia Griega.

Las ecoaldeas tienen sus profesores y sus médicos. Los niños suelen estudiar en casa con sus padres, pero una vez al mes los niños pasan exámenes en el colegio de un pueblo cercano, de modo que la “Ley sobre educación” se cumple.

Dentro del sistema educacional de la ecoaldea, los dibujos animados sobre las aventuras de Shrek no están bien vistos, al igual que la televisión con sus anuncios publicitarios. De hecho, la mitad de las familias tienen computadores en vez de televisión.

Las reglas de comportamiento son claras, para mantener la armonía en la comunidad: no se puede decir palabrotas, ni encender un cigarrillo ni tomarse una cerveza. Llevar una vida sana es una de las prioridades de los habitantes.

Pese a estas pautas sociales, la naturaleza se encarga de imponer las suyas. Ahora en la ecoaldea viven 50 familias, pero cuando llegue el crudo invierno ruso sólo estarán las que han conseguido construir una casa antes de la época del frío y aquellas que ya han pasado por la prueba de “un invierno en medio del bosque”.

Estos ecorresidentes de  la región de Kalúga cuidan la tierra y no la aran. Su metodología de cultivo es cubrir los sitios con medio metro o un metro de paja (la hierba sí que la cortan), la tapan con un plástico y esperan de uno a dos años hasta que se forma una capa fértil. También abonan con estiércol que consiguen en los pueblos cercanos

Las Ecoaldeas buscan reconciliarse con la vida y la naturaleza, a través de una educación infantil de respeto al medio ambiente y la producción de otras fuentes de energía alternativa, posibilidades de energía renovable, nuevos sistemas más eficientes, etc.

Fuente: “Las aldeas ecológicas son una opción muy atractiva para los rusos” (RIANOVOSTI)

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