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Vozrozhdenie: La isla del antrax

La URSS de Gorbachov en 1988 habría enterrado bacterias de antrax para evitar las inspecciones de occidente.

Desde 1948,  el gobierno soviético instaló en la isla de Vozrozhdenie  un laboratorio ultrasecreto al aire libre, el Aralsk-7, a fin de experimentar con agentes biológicos que incluían ántrax, fiebre Q y botulismo, entre otras.

A causa de esta tremenda contaminación el lago, o mar de Aral en donde se ubica la isla, se fue secando -la pesca se redujo de las 50.000 toneladas en los años 50, a cero, y en un 80% su volumen-, además por los redireccionamientos para aguas de regadío para cultivos de algodón destinados a exportación, convirtiéndola en una península, que amenaza con ser un simple montículo, y lo que es peor, quedando al descubierto la enorme cantidad de sustancias mortíferas que ahí fueron enterradas.

La URSS tenía dispuestos a más de 60.000 personas, dedicadas exclusivamente a la investigación, desarrollo y producción de armas biológicas, incluido el ántrax, la viruela y la peste. Así de grande era la inversión, y seguro, la cantidad de producción de estas innovaciones en el “arte” de la guerra.

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Cuando en 1988, 162 países, incluida la Unión Soviética firmaron la Convención de Armas Biológicas y Tóxicas (CAB), se trasladaron desde Yekaterimburg a Uzbekistán centenares de toneladas de bacterias de ántrax, para enterrarlas en este verdadero basurero biológico, en el cual fue transformada la isla Renacimiento, como dice su nombre traducido al castellano, para capear la fiscalización de occidente.

Tras desaparecer la URSS, los soldados rusos abandonaron la isla en 1992, y unos tres años después científicos militares de EE UU comenzaron a viajar en misiones secretas a la isla para tomar muestras de las bacterias que servirían para reactivar la carrera armamentista biológica.

Algo tanto o más grave son las tormentas de arena que han arrastrado sustancias tóxicas de este cementerio de antrax hacia lugares tan lejanos como el Everest, donde se han encontrado muestras de los contaminantes y la sal que ha quedado en el lecho vacío del Mar de Aral.

Fuente: Barcos abandonados y antrax en el Mar de Aral acaban con la pesca (Nuevas Tecnologías)

 

 

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