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Chicago, la ciudad donde “descansan” los dos primeros reactores nucleares de la historia

Como bien dice el autor de este reportaje que encontramos en el sitio Yorokobu.es, uno tendería a pensar que los primeros reactores nucleares del mundo se encontrarían en un museo o en un búnker ultra secreto alejado del alcance de cualquier persona. Pero no es así. De hecho, todo lo contrario. Hoy, los dos primeros reactores nucleares que se construyeron en el mundo, están enterrados -y ni tan profundo tampoco (a sólo 40 metros de profundidad) en un transitadísimo parque de la ciudad de Chicago, en Estados Unidos, llamado Palos Park Forest Preserve.

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El 2 de diciembre de 1942 y exactamente a las 3:36 p.m, el físico italiano Enrico Fermi, terminó de ensamblar el primer reactor nuclear en las gradas de una cancha de la Universidad de Chicago. Lo bautizó como Chicago Pile-1 o CP-1. Luego de demostraciones varias, optaron por desmantelarlo, ya que el lugar donde estaban haciendo las pruebas era muy concurrido, por lo que se trasladaron 30 kilómetros fuera de la ciudad -donde hoy está emplazado el Palos Park Forest Preserve- y rediseñaron el reactor mediante unas observaciones que habían tenido del CP-1 y lo nombraron CP-2.

Luego, tras varios años de investigación y pruebas, el reactor creció hasta convertirse en el CP-3 en 1950. En 1954 se terminaron de hacer todos los estudios pertinentes y luego de trasladarse al Laboratorio Nacional de Argonne, se procedió a derribar todas las instalaciones que habían sido ocupadas para la fabricación de los reactores y fueron enterrados con ellos en una excavación de 100 metros de ancho y 40 metros de profundidad (suficientemente grande para que cupiera CP-2 y CP-3). Además, para crear una suerte de sarcófago, se le echó alrededor de 800 toneladas de hormigón para que así los reactores no representaran ningún peligro.

Todo esto después fue rellenado, nivelado y se procedió a construir un jardín encima. De todas formas, el CP-3 quedó a sólo 7 metros de profundidad. Mientras que a 1.500 metros al norte de la zona A (donde fueron enterrados los reactores) fueron depositados los artículos con los que se trabajó en la elaboración de los reactores y que tenían residuos radiactivos. Fue en 1956 y después de dejar que un jardín creciera sobre estos desechos, se instaló una losa de hormigón para hacer aún más segura la fosa donde habían sido enterrados los primeros reactores nucleares juntos a sus residuos.

Hoy, Palos Park Forest Preserve es uno de los parques urbanos más completos del mundo con 15 kilómetros de playas al Lago Michigan y 30 kilómetros de senderos para caminar, trotar, andar en bicicleta o patinar. Tanto en la zona A como donde fueron dejados los residuos, hay dos rocas simbólicas donde se puede leer una leyenda que explica brevemente lo que hay debajo de la tierra y en donde destaca NO excavar ahí.

Link: Dos piedras cinceladas para marcar el lugar donde todo comenzó (Yorokobu)

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