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El Emperador de Japón Akihito, ya no come Sushi

Según sus consejeros imperiales, alguien cercano, le dijo al Emperador, que los delfines son reencarnaciones de personas que fueron buenas en su estadía por el mundo. Y que mucha de su familia, por haber sido personas honorables, pudieron haber reencarnado en estos mamíferos. Desde entonces, los sueños no han sido los mismos. Perdió la cuenta, de cuantos delfines en sushi se ha comido en su vida.

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Los delfines son mamíferos acuáticos de la familia de los cetáceos, que habitan en casi todos los mares del planeta. Aunque viven en mar abierto también se acercan a la playa, pero sin llegar a la orilla. Los delfines están clasificados en especies porque su apariencia es distinta en cuanto a su tamaño, color de piel o forma de la cabeza. En el planeta existen 32 especies. Los delfines también cuentan con cola o aleta caudal aplanada horizontalmente. Con ella baten el agua de arriba abajo para desplazarse y a veces la usan para mantenerse erguidos por un momento en la superficie. Mediante sus aletas controlan la dirección y mantienen el equilibrio al nadar; también las utilizan para girar o deslizarse sobre uno de los costados.

Una de las cualidades que mejor distingue a los delfines es la velocidad con que nadan, pues algunos alcanzan 45 kilómetros por hora, que equivale a que se corriera 700 metros por un minuto. También pueden sumergirse hasta 300 metros y aguantar la respiración durante casi veinticinco minutos antes de salir a tomar aire. Algo muy curioso es que nunca duermen. Para descansar su organismo disminuyen la actividad, flotan y dejan sobresalir su respiradero; a esto se le llama letargo. Se alimentan principalmente de peces, calamares y pulpos. Los delfines viven en manadas, pero no permanecen en la misma durante toda su vida, cambian de grupo para migrar, aparearse o buscar comida. Los grupos se integran desde 10 hasta 10 mil delfines según la especie. Casi todas las especies de delfines viven entre 40 y 60 años. Sus principales depredadores, son los tiburones, las orcas y los japoneses.

Anualmente los japoneses matan un promedio de 40 mil delfines, que son incorporados a su gastronomía del sushi. La carne del delfín se ha venido comercializando como sustituto a la de ballena (que a pesar de la prohibición internacional, la carne de ballena, se encuentra libremente en los anaqueles de los supermercados japoneses). El alza en los precios de la carne de delfín ha estimulado su pesca. La mayoría de estos delfines son atrapados a arponazos en alta mar, sobre todo en el Océano Pacífico. El método utilizado para matar a los delfines consiste en dejarlos desangrar después de la herida, lo que supone una larga agonía para los animales.

Las acciones de denuncia de voluntarios conservacionistas y su divulgación a través de los distintos medios de comunicación es la unica estrategia para crear presión a nivel internacional, a fin de lograr que se adopten medidas efectivas para proteger la vida de estos nobles animales.

La cruzada por la defensa da la vida de estas especies apenas comienza. Japón sigue gozando aun de toda impunidad ambiental y abiertamente manifiesta que matar delfines no está sancionado en el país, que los animales no están en peligro de extinción y que en algunas zonas se les señala como plagas.

Por lo menos en esa nación, nos queda el consuelo, de que los remordimientos o pesadillas del Emperador, lo han eximido de seguir comiendo carne de delfines.

Que el grito en todos los rincones no se haga esperar:
JAPONES DEL MUNDO ¡SEGUID EL EJEMPLO DE AKIHITO!

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