Desde que por el ’85 comenzó a usarse la energía eólica para producir electricidad, la calidad y espectacularidad de los molinos ha ido en ascenso. Si en los ochenta lo molinos medían 15, 20, 30 ó 40 metros, a finales de la década de los noventa pasaron a los ochenta, duplicando la cantidad de energía producida por unidad.
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En la última década, la altura de los molinos ha venido aumentando sostenidamente. En 2003 la empresa alemana Enercon instaló uno de 113 metros que fue considerado durante años el más grande del mundo, aumentando la capacidad de generación de energía a 4,5 MW.
El viernes pasado la misma Enercos, empresa alemana que no transa acciones en la bolsa y se ha mantenido independiente toda su historia, instaló en Magdeburgo, Alemania, el generador eólico más grande del mundo, con 200 metros de altura. Esta torre de 120 toneladas de acero dará energía al proyecto Puerto Verde, un terminal fluvial que se construirá sobre el río Elba.
Recordemos que aunque la energía que se cree usando estos aerogeneradores es muy limpia, la enorme cantidad de acero que usan para construirla se sacó de la industria siderúrgica, una de las más contaminantes que hay. Pero, en todo caso, se gasta menos construyendo un solo molino muy grande que muchos molinos medianos o pequeños. Bien.