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El segundo plano: Las discusiones pendientes en energía

Detrás del Presidente y la Ministra del Medio Ambiente se ven varias termoeléctricas. Curioso lugar para lanzar esta nueva norma, ¿no?

Celebramos con alegría un Gobierno que declara estar comprometido con el fortalecimiento de la institucionalidad y su normativa ambiental. Mas aún, es siempre grato ver a un Presidente comprometido con los desafíos que impone el actual escenario global en términos de emisiones. Sin duda es esperanzador que exista cada vez más intención de discutir los temas que le preocupan a cientos de miles de chilenos que han sido afectados -damnificados- por proyectos ambientales que han dañado su hábitat inmediato, su fuente de trabajo, la sustentabilidad de sus comunidades. Confiamos en que mas temprano que tarde será parte de la discusión política sobre la vulnerabilidad aquellos retrasos que aún persisten oponiendo progreso a cuidado del medio ambiente.

Sin embargo la foto de este posteo -cuyo original se encuentra en las noticias destacadas de la presidencia- tiene un segundo plano que no puede ser olvidado, no puede salir de foco. La imagen señala una “Nueva Normativa Ambiental“, señalando expresamente que la regulación sobre emisiones de material particulado de termoeléctricas es insuficiente, con una central termoeléctrica, o varias para ser preciso, de fondo.

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Lo que hay detrás de la foto de Ventanas y Campiche (vista aérea) es, por decir lo menos, un horror que no se reduce a la falta de normativa. La semana pasada estuvimos recorriendo la zona. Allí es palpable el efecto de la desidia de autoridades -prolongada por demasiado tiempo- con comunidades y sus territorios. Hace décadas la chimenea que aparece al fondo -de Ventanas- ha polucionado el entorno de Puchuncaví y alrededores. Las Chimeneas laterales de las centrales Campiche se encuentran a pasos –literalmente– de poblados habitados por personas que durante años han intentado detener su construcción y puesta en marcha. Hacia los cerros que se divisan al fondo hay miles de toneladas de ceniza y desecho que se han acumulado por décadas en rellenos que -en resumen- han obligado a declarar zona saturada todo el perímetro. Y allí vive gente. Y las empresas responsables hacen plazas en los pobladores del interior cuyos juegos para niños están tapados en ceniza, que nadie puede ocupar porque el aire es irrespirable e irrita los ojos. Las comunidades de la zona han estado en conflicto hace años, y hoy por cierto hicieron notar su molestia ante el presidente (1, 2).

Nuestro llamado es a no perder el foco del asunto: Este año se duplica la inversión en proyectos energéticos, muchos de ellos dependiendo del carbón como material base. No tenemos un plan de reconversión energética a mediano ni largo plazo. No tenemos investigación extensa sobre energías renovables ni compromisos de gobierno, a pesar de los compromisos de campaña del presidente. Lo que tenemos es una rentabilidad gigantesca, prácticamente asegurada para inversores, sobre precios que pagaremos todos directa o indirectamente (PDF). Y los costos ambientales, sociales y de salud los pagamos todos también. Es esa la razón de fondo de los conflictos sociales que enfrentan los proyectos energéticos hoy en día. Necesitamos una revolución energética con liderazgo y compromiso claro del ejecutivo que evite la inconsistencias entre las diferentes reparticiones del Estado, y que cumpla sus promesas de desarrollo limpio, sin sacrificar lo insacrificable.

Celebramos el primer plano de la foto como un inicio positivo para propuestas que deben mejorarse, pero no podemos olvidar el horror que significa ese segundo plano que se divisa detrás en la foto. Ojalá el nuevo escenario sea de un compromiso declarado en un ¡Nunca más! a los errores del pasado, avanzando con fuerza en los desafíos ambientales que Chile y el mundo necesitan.

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