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(cc) viajeacanada
En el mundo globalizado que vivimos, todo lo rápido e inmediato ha cobrado mayor valor para algunas personas, y peor para otras. Sin ir más lejos, ayer vi a una persona sentada frente a su computador comiéndose una ensalada porque no tenía tiempo para parar. Le dije como broma “no descanses tanto”, a lo que me contestó con una pequeña risa y cara de resignación.
En Estados Unidos, la comida rápida ya es una pandemia: no pueden combatirla, ni erradicarla y las consecuencias están a la vista: uno de los países con mayor porcentaje de obesidad infantil en el mundo. Un estatus nada prometedor para ninguna sociedad.
Es por razones como éstas que nace la ONG “Slow Food”, con el objetivo de educar a la población de que lo más rápido dista mucho de ser lo más sano, lo más rico y lo más natural. Su lema es “comida buena, limpia y justa”.
En su manifiesto está:
- Defender la biodiversidad de la comida
- Desarrollar redes
- Educación
- Conectar productores con consumidores
Actualmente tienen participación en 150 países y más de 100 mil miembros. La idea es que las agrupaciones en cada país -hay más de 1.300 en el mundo-, organicen eventos y actividades para así difundir este concepto y estilo de vida que privilegia lo local y orgánico por sobre lo externo y transgénico.